Presentación libro "Pilar de Cavia" en los jardines de la Fundación Mayda Antelo
Albalate de las Noguerras, 15/08/2021
Desde este enlace se puede ver la presentación completa:
https://youtu.be/aJlGldYDfbs
PILAR DE CAVIA Y LAC
JUSTIFICACIÓN DE ESTE TRABAJO
Acababa de fallecer María Dolores Teresa Escudero Antelo, conocida por Mayda Antelo (Nació el 20-11-1915 y falleció el 17-12-2017), nieta de nuestra insigne poeta, Doña Pilar de Cavia y Laac, y de la que versó así en su poemario “Susurros de amor”:
Tenaz tradicionalista
laureada poetisa;
en su viudez recluida,
casó con seminarista
que alivió su soledad.
Fue en esos momentos cuando me propuse recuperar para los lectores cuanta poesía escrita por esta piadosa señora hubiese en los archivos, y ponerla al alcance de los curiosos y ávidos lectores para que pudieran conocer su extenso recorrido poético, dado que nunca realizó una publicación en forma de libro o poemario, y que es desconocida para el gran público, que recogiera sus líricas palabras ya que tan solo lo hizo en periódicos y revistas de la época.
No fue una tarea fácil. Afortunadamente las tecnologías de hoy nos permiten acceder a infinidad de documentos sin tener que realizar tediosos desplazamientos a los archivos, y realizar consultas y obtener copias de periódicos, revistas, etc.
Decía, que a este trabajo me llevó el fallecimiento de D.ª Mayda Antelo, con la cual mantuve muchas conversaciones en el patio de su “Casona” de Albalate de las Nogueras, sobre su poesía, y la de otros autores conquenses. Tengo en mi biblioteca todos sus poemarios publicados, y alguno de ellos dedicados y firmados de su puño y letra. Era admirable su lucidez a pesar de su longeva edad, falleció a los 102 años, y en alguna ocasión en nuestras conversaciones apareció el nombre de su abuela D.ª Pilar de Cavia, de la que ella heredó la afición y la maestría en la composición poética.
Así la define Mayda en sus versos, tenaz tradicionalista, dada su ferviente defensa del jaimismo encarnada en aquellas fechas en la figura de D. Jaime de Borbón, o como ella misma, D.ª Pilar, lo declara en su composición publicada en “El Porvenir”, Semanario Carlista, en Toledo el 7 de Marzo de 1912, titulado “¡Soy Jaimista!”. Pero quién mejor que ella misma para definirse, tal como lo hace en su soneto “Mis ideales” publicado el “El Porvenir”, el 6 de Octubre de 1910:
Cristiana soy, y con fervor creciente
rindo á mi Dios adoración constante,
y mi creencia nunca vacilante
es vida de mi ser, luz de mi mente.
...
y estos amores que mi vida alientan
unidos en mi pecho se aposentan:
Dios, Patria, Rey, ¡hermosos ideales!
Pocas personas recuerdan datos o vivencias de D.ª Pilar de Cavia de su tiempo pasado en nuestro pueblo, Albalate de las Nogueras (Cuenca). Pueblo al que ella llegó desde su Zaragoza natal al contraer matrimonio con D. Santiago Antelo y Merchante, que falleció el 30 de noviembre de 1893. Quedó aquí hasta su muerte, acontecida el 23 de septiembre de 1935, tras contraer segundas nupcias, y aquí yace en el cementerio municipal en el interior de la pequeña ermita de San Sebastián anexa a dicho cementerio. Los recuerdos de esta insigne señora siempre van asociados a su piadosa religiosidad y a su entrega en la educación de las niñas de la población.
“Doña Pilar”, como así era conocida y le nombraban los habitantes de aquella época en Albalate, por el gran respeto que le tenían y la admiración que le profesaban, dado el trato de cordialidad y afabilidad que dispensaba a todos ellos. Se dice, que para asistir a misa colocaban una alfombra desde su casa hasta la iglesia, dada la gran cantidad de obras piadosas que realizó para la misma, en un gesto de agradecimiento. Gestos piadosos que continuó su hija, D.ª Pilar Antelo de Cavia, como así queda reflejado en una inscripción que se guarda en la capilla de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, en la que puede leerse: “Esta iglesia se reedificó en agosto y septiembre de 1940 a expensas del matrimonio D. Trifón Escudero Herraíz y D.ª Pilar Antelo de Cavia en cumplimiento de una promesa”.
Quedan recogidas en este volumen un centenar de composiciones poéticas, en las que los lectores encontrarán, una poesía eminentemente de marcado carácter religioso, que nos muestra una poetisa con una gran cultura y con un extraordinario dominio del lenguaje, que lo utiliza de forma magistral en su métrica y ritmo para hacernos llegar el mensaje que se propuso.
PRÓLOGO
PILAR Y MARIANO.
LA ALCARRIA CONQUENSE Y EL ENIGMA “CAVIA”
Dra. LAURA LARA y Dra. MARÍA LARA
Profesoras de la Universidad a Distancia de Madrid,
Escritoras Premio Algaba, Académicas de la Academia
de la Televisión e Historiadoras en Cuatro TV.
El hoy es periodismo, pero esa misma noticia mañana será historia. Mariano de Cavia lo tuvo claro y, a diferencia de otros escritores del siglo XIX, que cultivaron el artículo en prensa entre otros géneros, el zaragozano vio en el periodismo el punto de partida y el lugar de destino. Nació para ser periodista en un momento en que existía el oficio, no la carrera. Por eso ahora, el premio español más célebre de periodismo lleva su nombre.
Escribió sobre multitud de temas, desde la sátira política, a la crítica teatral y los toros. Se debe a don Mariano la composición en 1904 de la letra del Himno a la libertad torera, tonada interpretada en el mitin de los Jardines del Retiro contra la Ley de Descanso Dominical que amenazaba la celebración de festejos. A su pluma se atribuyen frases que saltaron del arte de Cúchares al habla cotidiana. De su artículo “Cogida y muerte de Manuel García (Espartero) en la Plaza de Toros de Madrid”- publicado en El Liberal el 28 de mayo de 1894- se recoge el siguiente diálogo: “Pero, Manuel, ¿cómo tienes ese afán por torear, si no sales más que a recibir cornadas?” Y el tenaz, cuanto animoso mancebo, contestó: “Más cornás da el hambre”.
Del mismo modo, como Alonso Quijano corriendo delante de los toros, Cavia sentó cátedra como cervantista. Hasta tal punto llegaba su afición al Ingenioso Hidalgo que llegó a expresar que la estatua de Cervantes situada en la plaza de las Cortes le parecía un pisapapeles, por lo que exigía un reconocimiento mayor al cautivo de Argel. ¿Acaso era Madrid en pleno el escritorio de Cavia? No sabía que la obra guardaba una sorpresa ya que, en 2009, se descubrió debajo una caja enterrada en su inauguración, la cual contenía 41 documentos, entre ellos cuatro tomos de El Quijote, litografías y monedas.
Y, en numerosos artículos, el autor manifestó un profundo control de la producción cervantina. Pues, tan pronto diseñaba en El Imparcial una nueva canción a Altisidora para poner en solfa el carácter irascible de Vega Armijo, presidente del Congreso (1901), como a propósito de la guerra anglo-bóer, comparaba a Don Quijote con la poesía y a Sancho con la prosa, haciendo antes un llamamiento al Transvaal “para la independencia de los españoles” (1902).
Aunque no llegó a ocupar su puesto en la Real Academia de la Lengua por problemas de salud, Mariano de Cavia fue elegido por unanimidad el 24 de febrero de 1916 para el sillón A, y tenía en mente centrar su discurso de ingreso en el habla aragonesa.
Y, además de su hoja de servicios, Mariano tuvo la dicha de contar con una hermana con la que compartir inquietudes intelectuales. Se llamaba Pilar. Nació en Zaragoza el 5 de enero de 1860, como si los Magos estuvieran vaticinando su porvenir. Desde pequeña conoció el carlismo, se adentró en los últimos coletazos de un nervio adoctrinador que ensalzaba a Dios, a la Patria y al Rey (injustamente no Reina) como los baluartes de una España que cada vez era menos imperial.
Del mismo modo que su hermano, aunque él fue alumbrado 5 años antes, Pilar vino al mundo reinando Isabel II. En 1855 el país estaba inmerso en las campañas de prestigio de la Unión Liberal con O'Donnell al frente, expediciones que llevarían los guiones españoles a la guerra en Marruecos y a Cochinchina.
Los carlistas veían a los liberales como a unos “locos”, deseaban que España entrara dentro de sí misma con una monarquía casi teocrática. Por su parte, a los liberales el proyecto carlista les repugnaba, y junto con el establecimiento de una Constitución cada vez más aperturista buscaban retomar el expansionismo. Para los carlistas España era más si se miraba su ombligo de fe. En contraste, a juicio de los liberales, España renacía de sus cenizas con una reina de nombre Isabel y con aventuras coloniales allende los mares.
A pesar de que el carlismo había conducido a la familia a la ruina, ya que el padre, el notario Francisco de Cavia, tuvo que pagar 25.000 duros por su propio rescate y después asumir la creación de un batallón, Mariano y Pilar estaban convencidos de que el carlismo era la solución.
Pilar de Cavia llegó a Albalate de las Nogueras (Cuenca) al casarse con Santiago Antelo Merchante, hijo del último corregidor de Cuenca, con hacienda en el lugar. Vivió con él en la ciudad que Alfonso VIII conquistara en 1177 y que los carlistas bombardearan en 1874 por orden de Alfonso de Borbón y Austria, hermano del pretendiente Carlos VII. Al quedarse viuda, se casó en segundas nupcias con Nicolás Vindel y dedicaría su vida a contribuir a la educación de las niñas de Albalate.
Pilar de Cavia escribió cientos de composiciones poéticas, en las que alternaba la temática religiosa con la bucólica, siempre como espejo costumbrista. Se publicaban sus versos en periódicos, carlistas o no, tales como El Correo Español, La Bandera Regional, La Reconquista, La Defensa, El Jaimista, El Maestrazgo, ¡Aurrerá!, La Verdad, El Tradicionalista, La Trinchera, El Combate, El Cañón, La Lucha, El Radical de Albacete, El Correo de Moda, la Revista de Aragón, la Revista Contemporánea y La Hormiga de Oro.
Mariano de Cavia definió a su hermana como «una doña Emilia Pardo Bazán con boina». Componía poemas con aire de jota y fallecería en Albalate de las Nogueras el 23 de septiembre de 1935, 15 años después que Mariano. De una “margarita” (apodo que recibían las damas carlistas) no se solía esperar que compusiera versos para elevar la moral, pero sí que remendara camisas o zurciera orificios de bala en las perneras. Pero Pilar fue Margarita completa, pues la poetisa es la profesión que administra los pétalos.
Y, con este libro sobre Pilar de Cavia y Laac que tenemos el honor de prologar, nuestro paisano, Arturo Culebras Mayordomo, contribuye a que el recuerdo permanezca como aliado en la Alcarria conquense. Conocimos a Arturo hace más de una década, en una sesión audiovisual en Priego sobre el crimen de Albalate.
En la genética de las Hermanas Lara dos nombres propios de nuestra familia, nos vinculan con Albalate de las Nogueras: Mariano Mayordomo Bollo y su nieta, nuestra querida abuela, Pilar Castellanos Mayordomo. En la noche del 8 de marzo de 1893 todos nuestros familiares de Albalate, salvo Mariano y su padre, Hipólito, fueron asesinados en su propia casa. Los fantasmas del horror los acompañarían el resto de su existencia. ¿Cómo superar encontrarse, en la madrugada del 9 de marzo, al volver de ver a la novia, a su madre (y al nasciturus que gestaba) y 5 hermanos acuchillados, incluido el gato? Mariano trató de comenzar una nueva vida siguiendo el curso del Trabaque, se casó con Dorotea, tuvo 6 hijos y fue terrateniente, emprendedor y podría escribir libros de autoayuda y resiliencia a un tiempo, destacando por su excelente gestión como empresario de harinas y de destilerías de aguardiente.
En los años 30 del siglo XX, siendo nuestra abuela Pilar una niña- muy inteligente y muy intrépida como lo es ahora acompañó a su madre y a su abuelo Mariano a la plaza de Mariano de Cavia de Madrid para realizar el pago de la hacienda que había comprado en Villaconejos de Trabaque.
Mariano y Pilar, de apellido Cavia o Mayordomo, nos invitan de nuevo a regresar a Albalate, el núcleo gemelo de Villaconejos, pueblo del que somos Hijas Adoptivas.
Madrid, 2020
UNA HERMANA DE MARIANO DE CAVIA,
POETISA
ABC, 11 de enero de 1931
Por Luis Martínez Kleiser
Albalate de las Nogueras esconde su poblado detrás del parapeto de unas casas que parecen glosas puestas al margen del texto de la carretera. Las casas de la villa cabalgan sobre el espinazo de un cerro, cuya vertiente poste rior cae rápidamente a un vallecillo, angosto como el foso de una fortaleza, por cuyo fondo discurre rumoroso el río Trabaque.
La montaña frontera semeja un gigantesco tronco, tumbado y partido en su centro por la hendidura de un tajo formidable. Esta gigantesca abertura es la Hoz de Albalate, que atraviesa bravía el corazón de la montaña hasta desembocar en el Campichuelo. Aquel esófago monstruoso ofrece un paisaje tan extraño, tan pintoresco, tan sugestivo, como el resto de las Hoces de la provincia: riscos monolíticos, enhiestos, de superficie pulimentada y bruñida; piedras moradas, como acardenaladas, teñidas a veces con chorreones de ocre; muros de piedra, que parecen de acero empavonado; castillos y torreones naturales de gótica traza, que se yerguen sobre las cumbres; conglomeraciones de toba que nos miran con los mil ojos espantados de sus oquedades intensamente abiertas y que desencajan las articulaciones de sus mandíbulas prominentes para albergar en, su seno tinadas, gorrineras y establos.
En un ensanche de la Hoz ofrece hospitalidad el oasis apacible de un molino; y allí, en la tierra, pero lejos y hasta se pudiera decir que fuera del mundo, entre paredes carcelarias de roca, bajo bóvedas de frondas y arrullados por el borboteo musical de las aguas, recibimos el obsequio de un refresco regional que recibe el nombre de paloma, y que, blanco, espumoso, ingrávido, aéreo, cae en el interior de los vasos como tina cascada de plumas.
Guió nuestros pasos hacia Albalate el de seo de recorrer la Hoz, escondida y misteriosa como un lugar de encantamiento, y el capricho acucioso de visitar una villa que se honra desde hace largos años contando en el número de sus habitantes a una hermana de Mariano de Cavia.
Doña Pilar de Cavia había nacido el 5 de enero de 1860 en Zaragoza, donde su padre, D. Francisco, natural de Trespaderne, desempeñaba por entonces una notaría. El Sr. De Cavia, más atento aquellos días a las andanzas de la política que a las atenciones de su despacho, consumía en la aventura legitimista, no ya sólo sus ingresos notariales, sino su saneado patrimonio, pagando primero veinticinco mil duros por su propio rescate, cuando estuvo preso en el castillo de las Aljaferías, y montando después, a su costa, un batallón para engrosar las huestes de D. Carlos. De esta manera doña Pilar, ya que no capital para hacer frente a la vida, pudo heredar de su padre la firmeza de una opinión que, pese a las mudanzas de los tiempos, ha durado tanto como su vida.
Los años pasaron; la niña se hizo moza y quiso su destino que pusiese sus ojos en un estudiante natural de Cuenca, Santiago Antelo Merchante, hijo del último corregidor de la ciudad de Alfonso VIII, con quien, después de los obligados trámites amorosos y legales, contrajo matrimonio, y a cuyo lado fundó su hogar en Albalate de las Nogueras, donde Antelo tenía propiedades.
Vivió después largos años en Cuenca, en viudó y contrajo, por último, segundas nupcias con D. Nicolás Vindel, retirándose nuevamente a terminar sus días en Albalate, donde en la actualidad regenta la hacienda de su primer marido y consagra sus seniles actividades a educar e instruir cari tativamente el corazón y las inteligencias de las niñas del pueblo.
Pero desde su niñez, hermana al fin de aquel coloso de la pluma y de la inteligencia que se llamó Mariano de Cavia, dedicó algunos de sus ocios a explayar sus aficiones literarias de tal modo que de sus manos tan pronto salían labores y bordados, como albores poéticos, espontáneos, generosos, sencillos, que quedaron inéditos las más veces sobre cuartillas sin alas, incapaces de volar a la imprenta, o casi inéditos las restantes, por haber visto la luz en periódicos de poca circulación.
Pilar de Cavia es acaso una poetisa malograda, que escribió jugando, que no sintió el estímulo de la vanidad, que no codició el aplauso, que barajó consonantes y metros como bolillos de un encaje, buscando sonoridades, melodías y ritmos, sin verse obligada a encerrar en ellos la turbulencia de la pasión, la herida del desengaño ni el acíbar de la amargura. Fué al escribir plácida, infantil, indolente; entregó a sus versos sus ocios; pero, tal vez, se reservó su alma, y por eso ofreció en sus composiciones quizá un caudal de promesas más que una cosecha de realidades.
Pensando en sus aficiones literarias bien nacidas, si no bien cuajadas, y en su credo político, pudo, pues, decir su hermano, el gran Mariano de Cavia, con donosura acaso no exenta de fraternal ironía, que “Pilar era una doña Emilia Pardo Bazán con boina”.
Publicado en Las Noticias de Cuenca (05/03/2021)Por Miguel Romero
Vea también esta página: EL DESVAN DE MIS LIBROS: Pilar de Cavia y Lac
PRESENTACIÓN EN EL CENTRO CULTURAL AGUIRRE DE CUENCA
Cadena SER Cuenca
Pilar de Cavia, la "Pardo Bazán con boina", poetisa en un pueblo de Cuenca
1 comentario:
Interesante documento, gracias. A modo de curiosidad, decir que paseando por el cementerio de Valencia, encontré, la tumba del hijo de Pilar, José Antelo, totalmente abandonada. Si quiere la foto, se la puedo mandar, aquí no puedo ponerla. Un abrazo
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