Por Francisco Omil Prieto
Estas memorias recogen vivencias de un niño de 10 años cuya vida cambió radicalmente Octubre de 1976, al entrar en aquel mundo de 5000 internos procedentes de todos los rincones de España. Se trata también de reivindicar un modelo educativo pionero y vanguardista, el seguido por los educadores de la Universidad Laboral de Cheste, que impartieron no sólo una completa formación en lo académico, sino también una educación integral en valores humanos como la libertad y la tolerancia.
El texto siguiente procede del libro "Memorias de un interno en Cheste" de Francisco Omil Prieto
La vida en el Colegio
Poco a poco nos íbamos dando cuenta de cómo estaba estructurada nuestra vida en el centro. Los 5000 internos estábamos distribuidos en 24 colegios, cada uno con 200 alumnos. Cada colegio disponía de 25 habitaciones de 8 personas, el llamado Módulo 8, que era el centro de la organización de los internos. Así, cada 5 habitaciones formaban un grupo de 40 alumnos que tenía como base un aula. Como nosotros estábamos en la habitación 12, formábamos parte del aula 3 del colegio.


(...) Cuando se habla de colegio se entiende que se está hablando de clases de aula pero eso no era así en nuestro lenguaje de Cheste. Para nosotros el colegio era el lugar donde vivíamos, no donde teníamos las clases. Y en el colegio estaba el Dire y los demás educadores (para nosotros siempre llamados los tutores) que no nos daban Matemáticas, Lengua ni nada por el estilo, sino que velaban porque la convivencia entre los miembros de cada habitación fuese correcta, vigilaban nuestros hábitos al acostarnos y levantarnos, nuestras actividades, etc. No sabíamos, y tampoco nos planteamos qué hacía este personal cuando asistíamos a clase.

(...) Aunque nuestro programa de actividades diario era muy intenso, con ocho horas de clases teóricas y prácticas, el día nos daba todavía bastante tiempo para la convivencia. Aquello era un gran baile: despertarse, arreglarse, bajar los seis pisos y caminata hasta los comedores. A continuación, subir a las residencias de nuevo (otra vez los seis pisos) para coger el material docente y bajar esta vez a los edificios de aulas. Más tarde, bajar de nuevo a los comedores, tras lo cual subir otra vez a las residencias en donde disfrutábamos de una hora de tiempo libre, hasta las 4 de la tarde. Luego, de nuevo las actividades docentes (cuando tocaba Educación Física vuelta a subir a las habitaciones a cambiarse, bajar a los gimnasios y luego volver a subir para ducharse). De nuevo al comedor para la cena y vuelta a subir a las residencias donde ya teníamos un par de horas libres al anochecer. Finalmente subida a las habitaciones en donde solíamos hablar, leer o andar de un lado para otro. Después de todo este ballet, especialmente movido en el caso de los cuatro colegios que ocupaban las sextas plantas, se puede entender fácilmente que nuestra actividad física al final del día era más que intensa, independientemente de que hubiésemos tenido clase de Educación Física o no.
(...)
Como la hora libre después de la comida no daba para mucho, las dos o tres horas de que disponíamos antes de dormir constituían el principal tiempo de ocio y lo empleábamos en nuestros juegos, ya fuese en la frecuentadísima mesa de ping-pong, en la sala de TV, en los juegos de mesa (los teníamos de todo tipo: ajedrez, damas, Monopoly, La Bolsa, etc.) o corriendo por el inmenso patio frente a las residencias. En los meses del invierno y con el fuerte viento de Levante que se levantaba, solíamos coger alguna plancha de metacrilato caída de alguna ventana rota que hubiese por allí y la usábamos para hacer una especie de surf sobre el hormigón abriendo nuestras zamarras al viento a modo de velas. Y entre el viento y lo pingajos que éramos, casi volábamos.
(...)
Por la noche, el tiempo en la habitación era muy especial. En la nuestra solíamos hablar mucho entre nosotros y contarnos historias de nuestra tierra, lo que nos resultaba muy grato e interesante. De esta manera, se fue formando poco a poco una hermandad entre nosotros.
La imagen y el video proceden del Blog:
http://castano7578.blogspot.com/, y en ella se puede apreciar a D. Andrés Garcia Marco, que fuera "mi" Director, junto a alumnos de cursos posteriores.
Haciendo "clic" sobre la imagen podran acceder al video, realizada la grabación el 23 de junio de 1978, por Ponte.
NOTA: Los interesados en la dquisición del libro deben dirigirse por email al autor Francisco Omil: eqomil@gmail.com
NOTA: Los interesados en la dquisición del libro deben dirigirse por email al autor Francisco Omil: eqomil@gmail.com
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