jueves

Nuevo Libro: "Poetas de la Extremadura exterior (1900-2010)"



POETAS DE LA EXTREMADURA EXTERIOR
(1900-2010)
Ricardo Hernández Megías
Sial/Contrapunto


Dedicado a mi amigo conquense,
Arturo Culebras Mayordomo,
por su inestimable ayuda


A MODO DE INTRODUCCIÓN
El día 22 de junio de 2005, se presentaba en la Sala “Ramón Gómez de la Serna” del Círculo de Bellas Artes, en Madrid, el nuevo libro de poemas de José Iglesias Benítez, titulado: Ritual de la Inocencia, cuya presentación corrió a cargo de otro gran poeta extremeño: José Miguel Santiago Castelo. La Sala, atestada de un público amigo e impaciente por escuchar la palabra encendida de los dos personajes, hacía honor a tan esperado acontecimiento.

Comienzo mi trabajo con esta nota informativa, porque durante el transcurso del acto y por boca del presentador, es decir de Santiago Castelo, se dirán las palabras que darán impulso a este libro que hoy tenemos en nuestras manos. Dichas palabras, en la presentación de un libro de un poeta extremeño y con un público preferentemente extremeño, señalaban la falta de una Antología de poetas que por circunstancias de la emigración, venían publicando sus obras fuera de Extremadura, pero que de una manera u otra, su obra estaba enraizada con la tierra de origen y cuyo punto de unión se venía dando de forma preferente a través de las Casas Regionales extremeñas abiertas en la Comunidad Autónoma madrileña, que alcanzan el insospechado número de veinticuatro.

La Historia de la Literatura española está llena de antologías poéticas, fundamentalmente a lo que el siglo XX se refiere, centrándose su publicación principalmente, con valiosas e interesantes excepciones de provincias, en la capital de España, Madrid, donde durante muchos años se concentraba la actividad editorial española y adonde acudían jóvenes de todos los rincones nacionales buscando una oportunidad de publicar, o cuando menos, a través de las numerosas tertulias literarias que por entonces existían y en las que intervenían los más prestigiosos escritores del momento, poder granjearse la amistad de alguno de estos grandes maestros, solicitar su ayuda o protección, y con ello, poder ganar en oportunidades y prestigio, sabedores todos ellos que la poesía, ella sola, no era el medio de ganarse el sustento y resolver los problemas económicos que la vida de la gran ciudad acarreaban.

Tal era el desbordante ambiente cultural de mediados del siglo pasado y tantas las revistas literarias, periódicos con suplementos culturales, etc., que se publicaban en Madrid, que la escritora y poeta Fanny Rubio señala en uno de sus estudios: “Sólo Madrid supera con sus revistas literarias el número conjunto de varias regiones españolas”.

Para hacer una breve introducción a este trabajo, antes de comenzar con el que realmente nos interesa, quiero traer la opinión autorizada de uno de los mejores conocedores sobre este tema, Emili Bayo, cuyo trabajo, imprescindible, lleva por título: La poesía española en sus antologías (1939-1980). Al hablar sobre Madrid y del importante papel desarrollado durante muchos años en las publicaciones literarias, nos dice: “Desde esta ciudad, por lo tanto, resultaba mucho más sencillo disponer de la mejor información literaria posible, gracias a la gran cantidad de periódicos referidos al mundo de la literatura, tanto de información y creación general, es el caso de Escorial, Cuadernos de Literatura Contemporánea, Vértice, La Estafeta Literaria, Ínsula, Cuadernos Hispanoamericanos, Índice- como exclusivamente poéticos –Garcilaso, Acanto, El Pájaro de Paja, Agora y Poesía Española-, entre muchas otras. Para el escritor, resultaba también de enorme atractivo la creciente amplitud editorial que ofrecía la capital del estado; oferta que se traducía en una abundantísima cantidad de colecciones, total o principalmente poéticas:“Adonais”, “Agora”, “Aguaribay”, “Alfar”, “Alforja para la poesía”, “Antonio Machado”, “Arbolé”, “Cuadernos de Poesía”, “La Encina y el Mar”, “Lazarillo”, “Leopoldo Panero”, “Más Allá”, “Neblí”, “Orfeo”, “El Pájaro Cascabel”, “Poesía Actual”, “Saco Roto”, “Trece de Nieve”, “Visor”, “Voz del Viento”, etc.

En estas condiciones, Madrid como centro de convergencia de innumerables poetas de todas las precedencias, era el lugar idóneo para la publicación de obras colectivas, cuyos propósitos, a menudo, no solían ser otros que probar fortuna literaria y dar a conocer a sus autores.

De esta forma, en Madrid no sólo se publicó gran parte de la producción poética del país, sino también la mayoría de las antologías colectivas de la poesía española. A pesar de ello, no se generó una poesía de identidad local al estilo de las frecuentes antologías de poesía andaluza, canaria o valenciana. Por ello, los florilegios que aparecen en Madrid serán obras ambiciosas, de un alcance estatal –ya vistas en apartados anteriores- o, por el contrario, quedarán en recopilaciones intrascendentes, faltas de ambición y, generalmente, exentas de la menor calidad”.

Quisiera, no obstante recoger las sabias palabras de un hombre como D. Antonio Rodríguez-Moñino, al que le debemos la recuperación de tantos poetas españoles (principalmente de los siglos XVI y XVII), y que nos previene sobre las Antologías: “…Porque, naturalmente, la Antología es la colección de textos significativos sobre los cuales construye luego su narración y su crítica la Historia Literaria; ésta explica a aquélla del mismo modo que aquélla justifica a ésta. Una y otra tienen entre sí dependiente y armónico complemento.

Pero acaso sea esto llevar la cosa demasiado lejos y extremar las posibilidades de perfección. Las antologías son siempre selecciones y nunca fuentes de conocimiento completo. Tienen –o deben tener- la flor y nata de la producción literaria, pero en modo alguno podemos considerarlas como bibliotecas. Son puntos de arranque y no metas. Aromas, perfume de unas creaciones estéticas y nada más. En cierto modo, biberones literarios para estómagos aún débiles. Estímulos para un conocimiento, no conocimiento pleno.

Lo malo, lo verdaderamente infortunado es que hay infinito número de personas que creen conocer la literatura por haber repasado uno de estos pedagógicos compendios y por haber leído, página tras página, las de un florilegio o crestomatía. Es mucho más frecuente de lo que a primera vista pudiera parecer tal equivocación.

La Historia de la Literatura y la Antología son unos instrumentos de conocimiento limitadísimos; una introducción ligera, pero nada más. El que de veras desee ahondar en el estudio ha de realizar una labor personal, ingrata y dura, de años y esfuerzo; y, sobre todo, ha de contar con un caudal de lecturas, directas y variadas, enorme” .

También, como se irá viendo, los escritores y poetas extremeños, durante muchos años, se han dirigido preferentemente a Madrid para poder salir del anonimato y del abandono a los que en nuestra tierra eran sometidos.

La creación de la Universidad extremeña –fundamental en el despegue cultural de la Región- y la conquista del Estatuto de Autonomía, merecen un antes y un después en el mundo de la Cultura en Extremadura. Si hasta los años 80 los jóvenes extremeños teníamos que salir de nuestra tierra, una vez terminado el primer ciclo de estudios, para poder seguir estudiando los grados medios o superiores fuera de sus fronteras, la creación de la Universidad Extremeña (aunque fuera dividida o repartida entre sus dos provincias en las ramas de Ciencias y Letras), conllevó el que los jóvenes estudiantes extremeños pudieran acceder a estos Estudios Superiores, aumentando por lo tanto el nivel cultural de la región, y que, como consecuencia de ello, buscaran acomodo profesional dentro de los nuevos planes de desarrollo industrial que la nueva Junta Autonómica –aunque siempre insuficiente para una tierra rica en recursos y pobre en infraestructuras- venía diseñando.

Por otra parte, el muy loable afán de darle una señas de identidad propia a la recientemente estrenada Comunidad Autónoma, hizo que los responsables de su Junta de Gobierno se lanzaran, con dinero público y no siempre con acierto ni mucho menos con independencia política, a la publicación de una ingente cantidad de obras literarias, revistas y demás obras impresas o audiovisuales, con el fin de llenar el enorme vacío cultural dejado por gobiernos anteriores en nuestra tierra.

Es verdad que el paso dado por Extremadura en materia de divulgación cultural ha sido importante, hasta el punto de ser, durante muchos años, una de las Comunidades Autónomas con mayor número de publicaciones. También es verdad, y hay que reconocerlo, que los distintos planes de divulgación cultural emprendidos por la Junta Extremeña han llegado puntualmente a todas las escuelas de la Comunidad y que el número de lectores ha aumentado considerablemente, hasta poder decir, que hoy día, una de las mayores lacras de nuestra tierra, que afectaba principalmente a nuestros mayores en zonas rurales, el analfabetismo, ha llegado a ser un recuerdo doloroso, pero lejano en el tiempo.

De lo que se han olvidado las autoridades extremeñas, porque no votamos en Extremadura y no les somos necesarios para sus planes políticos a corto plazo –creo yo que equivocadamente-, es precisamente de los cientos de miles de emigrantes que abandonamos nuestra tierra a partir de los años 50 y hasta hoy día, limitando sus ayudas en función de su rentabilidad de propaganda política, nunca como un merecido pago por tantas injusticias, tantas carencias de todo tipo como hemos sufrido alejados de nuestras raíces, y de los beneficios, que también es bueno recordarlo en estas páginas, que los emigrantes hemos y seguimos aportando a nuestra tierra.

La emigración de extremeños a otras tierras de España o fuera de nuestras fronteras se ha calculado que alcanza la impresionante cifra de 800.000 personas, es decir, más del cuarenta por ciento, aproximadamente, de su población, estableciéndose desde entonces y aunque las autoridades no quieran reconocerlo, la idea de “las dos Extremadura”: la interior y la exterior.

Pero existe, en nuestro parecer, una diferencia fundamental entre “las dos Extremadura”: mientras que la interior estaba y sigue estando formada –naturalmente que hoy en menor medida- por personas de clase media, pequeños y medianos propietarios de la tierra –los grandes propietarios nunca vivieron en Extremadura-, pequeños industriales, comerciantes, funcionarios y clases menestrales con un trabajo fijo y suficientemente remunerado como para sobrevivir en condiciones dignas, pero en definitiva poco productivas, el gran flujo migratorio que comienza en los años cincuenta y que no ha terminado en este principio del siglo XXI, lo forman gente joven, preferentemente obreros del campo sin cualificación profesional o artesanal, pero los brazos más fuertes, productivos y necesarios para cualquier proyecto de desarrollo económico. Pero también, y no debemos olvidarnos de ello, los jóvenes extremeños que han conseguido terminar sus estudios de Grado Medio o Superior y no encuentran acomodo profesional en su tierra de origen.

El gran problema para Extremadura, en su conjunto (detrás de cada emigrante hay un drama personal que merecería estudiarse a fondo), será que esta sangría de sus hijos más jóvenes, fuertes y cualificados, ya no volverán a su tierra más que en visitas esporádicas, y que el rico capital de su trabajo irá a enriquecer otras tierras. Pero a esto hay que añadir otro problema aún más grave y que durante muchos años ha sido motivo de estudios por parte de los encargados de los censos poblacionales: En Extremadura, parte de Andalucía y toda Castilla –es decir, las tierras con mayor número de emigrantes-, tienen los índices más altos de envejecimiento de su población, mientras que por el contrario y en consecuencia con lo que venimos denunciando, las regiones receptoras de estos flujos migratorios, al aumento de su índice per capita, ha de sumarle el ver crecer sus índices de población infantil y juvenil, factor fundamental que les permite mantener un optimismo moderado de cara al futuro.

Por lo tanto, y a ello querríamos llegar, a ese cuarenta por ciento de personas jóvenes y en edades de mayor producción habría que añadirle el nunca estudiado número de sus hijos, que ya no serán extremeños, que muy pocas veces verán a Extremadura como su tierra de origen y, desde luego, con los que ya no se podrá contar a la hora de hacer proyectos de futuro en una tierra tan necesitada en estos momentos de sangre nueva y mejor preparada que lo fuimos sus padres. Extremadura, por muchos años, tendrá muy presente la falta de tan importante capital humano.

Vamos nosotros ahora a ceñirnos concretamente a los extremeños que marchamos de nuestra tierra y que hemos mantenido, en mayor o menor grado, una fuerte relación con ella. Escribía en el Prólogo a mi libro Escritores Extremeños en los Cementerios de España, Tomos I y II, hablando del amor a la tierra de los emigrantes, las siguientes y crudas palabras: “…he visto muchas veces con tristeza y con rabia, cómo en las impersonales y áridas plazuelas de los arrabales madrileños se reunían grupos de hombres mayores y de mediana edad, con claras y evidentes señales de ser emigrantes andaluces, manchegos o extremeños, cuya única conversación, después de tantos años de ausencia y abandono, giraba indefectiblemente sobre sus pueblos de origen; su preocupación por las cosechas de unos campos que nunca fueron suyos; la calidad de sus vinos o de su aceite que raramente probarían; el ritual de sus matanzas, de sus migas o de sus calderetas, aún más añoradas y deseadas, cuanto que la nueva civilización que crece a su alrededor, y de la que ellos nuevamente son ajenos, les ofrece comida basura…” .

Queríamos con estas palabras, señalar desde nuestra propia experiencia personal madrileña tan ligada a comunidades extremeñas que viven a su Extremadura en Madrid, que la dolorosa ausencia de la tierra, las durísimas condiciones de trabajo de aquellos años fatídicos y las insalubres condiciones en que se tuvo que vivir en barriadas paupérrimas y periféricas, no restaron un ápice del amor de aquellos hombres y mujeres por sus lugares de origen. Muy por el contrario, la nostalgia por lo perdido y añorado –el extremeño es el que más fuertemente se siente ligado a la tierra-, ha sido desde siempre una forma muy concreta de mantener intactas, se encuentre donde se encuentre y en la situación en que se esté, las costumbres ancestrales de sus lugares de origen: habla, bailes, ritos, comidas, vinos, etc.

Y llegamos al punto desde donde deseábamos comenzar este trabajo de recuperación del importante quehacer cultural de los extremeños de la Extremadura exterior: Las Casa Regionales y el importantísimo papel asociativo y cultural que vienen desarrollando desde que comenzaron a aparecer como entidad propia, allá por los años 50-60 del pasado siglo.

Los extremeños, que no destacamos precisamente en Extremadura por nuestra solidaridad y que durante nuestra larga Historia hemos dado suficientes ejemplos de individualismo y de falta de generosidad con nuestros conciudadanos, resulta que fuera de nuestra tierra hemos aprendido, afortunadamente, a compartir alegrías y tristezas, triunfos y fracasos y a buscar junto a otros paisanos el amor y el calor por la tierra alejada. Baste decir que solamente en la Comunidad Autónoma de Madrid y cubriendo todas y cada una de sus poblaciones más importantes, existen Casa de Extremadura, Hogar Extremeño, Círculo Extremeño o Centro Extremeño en plena actividad cultural y de reivindicación de nuestras costumbres, donde la nostalgia ha pasado al olvido y en donde se vive a Extremadura desde el presente, conjuntamente con la realidad madrileña en la que estamos. Veinticuatro Centros o Asociaciones Culturales forman este entramado, desde donde de forma sosegada, abierta a cuantos quieran acercarse a conocernos, sin más ayuda que las cuotas de sus socios, aunque a veces colaboren los Ayuntamientos y ¡a veces, hasta la propia Junta de Extremadura!, componen los mejores y más entusiastas puntos de información sobre Extremadura en Madrid.

Volviendo al principio de estas notas, decía el presentador del libro del poeta José Iglesias Benítez, nuestro apreciado y mejor embajador en Madrid, José Miguel Santiago Castelo, que habría que hacer un minucioso estudio sobre la importancia que han tenido para Extremadura y para los extremeños –desde luego que para los del exterior sí la ha tenido y sigue teniendo- el funcionamiento de estos Centros a la hora de dar a conocer Extremadura y, claro está, la fundamental aportación a la cultura extremeña que en dichas Asociaciones se vienen desarrollando a lo largo de todo el año y principalmente durante sus Semanas Culturales, en las que se vienen dando a conocer los trabajos publicados por escritores extremeños o ligados muy directamente con Extremadura, que hayan publicado fuera de su tierra. Baste decir que durante el año 2005, los veinticuatro Centros Extremeños en Madrid han mantenido en sus Casas un total de dos mil seiscientos ochenta actos culturales, directamente relacionados con Extremadura.

De tal importancia es su contenido cultural y tan importantes los trabajos en ellos presentados, que para hacerles un homenaje a unos y otros, hemos decidido publicar esta Antología, sabedores que es la primera vez que se hace un trabajo de estas características, es decir, con autores extremeños en los que coincidan las circunstancias de que el grueso de su obra esté publicada fuera de Extremadura y vivan fuera de nuestra tierra.

Vamos a señalar un dato más en este recorrido por la Extremadura exterior: parte de este trabajo ya está hecho. Y está hecho, porque los mismos extremeños que nos hemos asociado en los distintos Centros o Asociaciones madrileñas, hemos sido capaces, sin ningún tipo de ayuda económica y tan sólo con el incontenible entusiasmo de unos “locos enamorados de la cultura”, de crear una Editorial: Beturia Ediciones, que lleva publicados hasta el momento de escribir estas líneas, la nada despreciable cifra de CUARENTA Y DOS libros, entre Poesía, Ensayo, Biografía, etc.

Parte de los trabajos aquí recogidos están publicados por Beturia Ediciones, porque hemos pretendido, y logrado, dar en ella salida a trabajos que tengan una calidad contrastada, y por lo tanto, deben ser merecedores de tener cabida en esta Antología. El resto de los seleccionados, partiendo del hombre que podríamos llamar el “Patriarca de los escritores extremeños del exterior” y el poeta más galardonado de Extremadura, Félix Grande Lara, nos hemos ceñido a lo anteriormente expuesto: nacidos en Extremadura; emigrados de ella y cuyo grueso de su obra esté publicada fuera de la tierra de origen. Veremos si hemos acertado.

No quisiéramos pasar esta oportunidad sin recordarles a aquellos que hoy felizmente hablan de Extremadura como una realidad asociada y que levantan la voz desde sus puestos oficiales, pagados y muy bien pagados con dinero público –que no es lo mismo que trabajar por un sentimiento reivindicativo de las esencias culturales e históricas de nuestra tierra-, cuál fue el verdadero y primigenio impulso que dio origen a esta realidad, hoy aceptada por todos, que llamamos Extremadura.

Denunciábamos en líneas anteriores el individualismo de los extremeños y la falta de conocimiento entre dos provincias hermanas a las que la mala política centralista o de servilismos locales habían condenado desde siempre a no entenderse. Cuando los emigrantes de una u otra provincia respondían de sus lugares de origen, muy pocas veces contestaban: extremeños. O se era de Cáceres o se era de Badajoz, pero extremeños, pocos eran los que tenían ese sentimiento conjunto. Fueron los mismos extremeños del exterior los que fueron levantando la nueva bandera de una tierra unida y hermanada por lazos comunes. Y a los que no tengan memoria, les recordamos los conciertos por todos los pueblos de España de cantautores como Pablo Guerrero o Luís Pastor y les recomendamos vuelvan a escuchar sus letras reivindicativas de su tierra extremeña. Pero también les recordaríamos a estos servidores oficiales, que recuperen la historia de poetas como Santiago Castelo, Álvarez Buiza, José Antonio Zambrano, Pablo Jiménez…, o los más jóvenes José Iglesias Benítez, José María Lorite, etc., y sabrán cómo estos trovadores, estos maestros de la rima, durante muchos años, pueblo a pueblo, aldea a aldea, fueron recorriendo nuestra tierra y más tarde toda España con la palabra Extremadura en sus bocas, arrancando lágrimas en los curtidos ojos de aquello hombres rudos a los que era la primera vez que se le hablaba de su tierra desde la belleza de unos versos. Sé que solamente nombro a unos pocos, pero, como ejemplo, basta para recordar una verdad que no quiero que se olvide. Veamos cómo –años más tarde- recuerda uno de estos importantes poeta las correrías por plazas y corrales de los pueblos extremeños: “En aquel verano (de 1975) tomó forma una auténtica explosión poética, a partir del Festival de música, poesía y convivencia que se celebró en Badajoz (…) Esto sirvió de pauta a diligentes corrillos que prepararon algo inédito en Extremadura: acondicionaron salas de cine, plazas públicas, salas recreativas, y hasta corrales y cercados para ofrecer festivales de música y poesía. Ya no se trataba de presentar al triángulo poético, o al poeta local, sino que se incorporaron nuevos nombres que fueron enriqueciendo las actuaciones con una enorme creatividad, tanto estilística como ideológica, aunque insistiendo en la misma razón: Extremadura como argumento, como fuente de inspiración, como grito de reivindicaciones, una Extremadura con sentido de identidad social, y con voluntad de subrayar su inconformismo ante la postración, el abandono socio-político, económico que soportaba. Y la gente acudía en masa, se identificaba con el mensaje y se entusiasmaba. El movimiento llegó a ser tan grande que asustó a las Delegaciones del Ministerio de Información y Turismo, que vetó muchos poemas y aconsejó no seguir en la línea, pero se siguió, y el movimiento poético de 1975 quedó ahí, con el mérito indiscutible de haber aglutinado a los escritores, y de haberlos acercado al público”.

Quisiéramos señalar, para ir finalizando esta introducción, que el tema de las Antologías, tal y como señalábamos al principio, no ha tenido mucha repercusión en nuestra tierra y que hasta hace no muchos años, pocas obras de este género se conocían publicadas en ella. Para conocimiento del lector curioso, la primera recopilación poética de posguerra que nosotros conocemos es: Extremadura canta. Poetas extremeños del siglo XX, antología de poesía local, en la que se recogen hasta un total de noventa y seis escritores, primando más la cantidad que la calidad de los mismos, por lo tanto y en su conjunto, creemos que una oportunidad fallida. Como prueba de lo anteriormente dicho y dentro del máximo respeto que como es lógico todo trabajo y todo escritor nos merece, es que pocos de los antologados alcanzarán renombre en tiempos venideros. Habrá que esperar hasta 1968 para ver publicada la segunda compilación, a cargo de Miguel Muñoz de San Pedro, titulada: Antología poética de Cáceres, que como el mismo título indica, es una obra de tema cacereño, cuyo principal motivo es la exaltación de la Virgen de la Montaña, patrona de la ciudad de la Alta Extremadura. Mucho más interesante es la modesta recopilación elaborada por jóvenes poetas y dirigida por un escritor tan singular, tan controvertido, tan valioso como olvidado, Jesús Alviz Arroyo, y que lleva por título: Poemas, 1978.

El primer trabajo importante sobre jóvenes poetas extremeños del momento, muchos de los cuales alcanzarán a ser hombres importantes en el mundo de las Letras españolas y desde luego en las extremeñas, será publicado también en el año 1977, en Badajoz: Poesía extremeña actual (primera parte), prologado por el poeta de mayor relevancia del momento de la Baja Extremadura, Manuel Pacheco (junto a Luis Álvarez Lencero y Jesús Delgado Valhondo formarían la famosa “Tríada”) y que como el mismo título indica tendría una segunda y hasta una tercera parte los años 1978 y 1979.

Los aires nuevos que llegan a Extremadura con la proclamación como Comunidad Autónoma y el afán anteriormente señalado de darle unas señas de identidad, hacen que este tipo de trabajos tengan su momento de auge y sea la propia Editorial Regional de Extremadura, es decir la editora oficial, la que se encargue de su publicación. Así tenemos que en 1984 aparece: Abierto al aire. (Antología consultada de poetas extremeños (1971-1984), de los autores Ángel Campos Pámpano y Álvaro Valverde (nombrado recientemente este último director de la misma, a la muerte de Fernando Pérez González) y en 1985 un nuevo libro de las mismas características del anterior, pero esta vez sobre narrativa, cuyo título: Alquimia. (Antología consultada de nuevos y novísimos narradores extremeños), del escritor Moisés Cayetano Rosado, también nombrado recientemente para el cargo de Director del Centro de Estudios Extremeños. El último libro por mí conocido sobre esta materia viene de la mano del profesor Miguel Ángel Lama, uno de los hombres más cercano al “nuevo oficialismo de la Junta de Extremadura”, por lo que su libro, importante, habrá que tenerlo en cuenta sabiendo que no están todos los que son, aunque naturalmente, sí son todos los que están. Su título: Diez años de poesía en Extremadura (1985-1994), es un ambicioso y bien cuidado trabajo, magníficamente presentado (no podía ser de otra manera), al que solamente anteponemos lo ya reseñado anteriormente.

Finalizo señalando nuevamente, que la intención de esta Antología es dar a conocer a todos los extremeños (los del interior y los del exterior), la importancia de muchos poetas de nuestra tierra que son desconocidos en ella –no todos-, porque los organismos oficiales, y aquí sí lo denuncio sin ningún tipo de reserva, no cuenta con nosotros, con los extremeños del exterior, porque no le somos necesarios -¡qué tontería!-, pero que no estamos dispuestos a callarnos y que de una forma u otra, con ayudas o sin ellas, vamos a ir dándonos a conocer (dentro y fuera de Extremadura), porque hay calidad suficiente para ello y porque hay ganas de luchar –como siempre- por nuestra tierra. Hemos realizado una selección de autores, con lo que ello tiene de injusto y a veces hasta de desacertado, basándonos en criterios puramente literarios, aunque en algunos casos, pocos, y dada la importancia del personaje estudiado, también hemos tenido en cuenta otros factores como lo puedan ser, además de su poesía, su labor propagandística a través de los medios de comunicación nacionales o en plazas y pueblos de España, de la tierra extremeña.
Ricardo Hernández Megías

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