lunes

A RICARDO, SACERDOTE

La soledad prepara pero exige
algo que no vendrá sino contigo.

No hay un dolor mayor que el del cuitado
que se ha roto en la esquina de su pecho
y no tiene un testigo de su pena.

Yo moría una tarde sin ventura.

Lástima grande que mi propio asombro
no fuera cuando menos una piedra.

Porque no estaba ya bajo tus manos
ni me encontré después entre los hombres.

El era Dios y trigo en cada vida
y el viento levantó tu diestra un punto
y no te quedó nada entre los dedos.

Yo moría una tarde para siempre.

¡Lástima de mensaje inacabado!
Porque no he muerto aún. Y todavía...


"El Molino de Papel"
Nº 6, May 1956

No hay comentarios:

Las entradas mas visitadas en los últimos 30 días