miércoles

Memorias del internado de Cheste (3)

La "despertá"

El texto y las imágenes siguientes proceden del libro "Memorias de un interno en Cheste" de Francisco Omil Prieto
Cuando me desperté, lo primero que recuerdo es la gran claridad que había en la habitación, la luz del sol que entraba por la ventana a pesar de lo temprano de la hora (posteriormente supe que en el Levante amanece casi una hora antes que en mi Galicia natal). Poco a poco, fui vislumbrando la extraña habitación en donde me encontraba, los demás chicos que seguían durmiendo, la tranquilidad que se respiraba. A medida que me daba cuenta de lo que había pasado en el día anterior, una sensación de cierto desasosiego y soledad me iba invadiendo. Unos instantes más tarde mi mirada se cruzó con la de Eloy, quien estaba despertándose en una de las literas de abajo. Tras unas miradas cómplices, lo convertí en mi primer apoyo en aquel nuevo entorno.
Luego vino el caos, la tranquilidad se rompió de pronto por el encendido de la megafonía y el crescendo de decenas de voces, de ruidos de chicos que se levantaban. Yo hice lo que hacían los demás y de repente me vi inmerso en un río de chicos que iban al baño, que se vestían y que corrían por los pasillos para bajar las interminables escaleras. Siempre procuraba no perder de vista a Eloy, a quien había convertido durante esos primeros momentos en casi un veterano. La marabunta de niños era guiada por unos adultos, los educadores, que nos iban dando instrucciones.
Aquella mañana, mientras oía a los siete compañeros de habitación y a medida que abría mi armario metálico y tenía contacto con mis pertenencias, volvía a mí el recuerdo de mi madre y de mi casa. Me empezaba a dar cuenta con una creciente tristeza de lo que significaba mi decisión de seguir el consejo de mi antiguo director de colegio para solicitar y aceptar aquella beca que me hizo dejar mi casa e irme a vivir al otro extremo de España en 1976, cuando yo tan sólo tenía 10 años.
Sin embargo, nunca me arrepentí de aquella decisión.

Procede de: Memorias del internado de Cheste

Como parte de aquellas vivencias, que reflejan las de muchos de nosotros, se han insertado aquí algunos comentarios dejados en el blog "Memorias del internado de Cheste", como el de:

 Valeriano T.H., del colegio Águila, 77-79:
"Mi infancia son recuerdos de una ciudad de muchachos, una enorme ciudad de hormigón que descansa en un promontorio del levante español. Son recuerdos de la cálida luz del amanecer filtrándose por el ojo de buey de una habitación medio en penumbra donde ocho niños, ocho bultos arrebujados en mantas, duermen ajenos a la música distorsionada de un altavoz que, en breve, les hará saltar de la cama e incorporarse a un torrente humano incontenible que transita por pasillos y corredores. No hay tregua, y tras la bofetada del agua fría, tras un vertiginoso trasiego de ida y vuelta, tras el sabor dulzón de un café con leche servido en jarras metálicas, el bullicio se instala en una sala entarimada. Son recuerdos del empeño silencioso e impagable de un puñado de personas por abrir el cerrojo del conocimiento y dejar que éste repose y madure en la bodega de la memoria.
Mi infancia son recuerdos de risas, carreras, juegos, también peleas, de miradas cómplices, lealtades, pasiones compartidas, curiosidad, descubrimiento; recuerdos, en definitiva, de un tiempo en el que queríamos bebernos el mundo a bocanadas, muy lejos de la campana protectora del hogar materno. Hoy esos recuerdos empujan por volver a donde nacieron, atraídos quizás por el deseo de reencontrarse con un mundo que, después de 30 años, todavía nos susurra quedamente al oído."

Y Chema E., también escribió:
"Mas que comentar los recuerdos, me gustaría comentar la foto que la acompaña. Me encantó esta foto en cuanto la ví. Cuantos y cuantos recuerdos me trajo a mi renqueante memoria. Es por eso que aprovechando que el amigo Omil la ha colocado en esta página para comentarla. Desconozco quien es el autor de la misma. Probablemente sea alguno de los que aparecen en la foto, o quizas no. Quizas conozca a todos o casi todos o quizás no. Da igual. Lo que verdaderamente importa es que presenta de golpe y porrazo la vida típica de una habitación de las de la UNI con todo el mobiliario incluido los 8 habitantes.
Vayamos por partes: la foto tiene pinta de estar hecha por la mañana o por la tarde, o a lo mejor por la noche. Yo creo que está hecha después de comer ya que están las camas hechas. Lo único es que parece que la cortina de la habitación está cerrada. Si si, las cortinas eran de color marron con un plateado por la parte de atrás. Eso creo que era para reflejar el calor del sol. Que me corrijan los que crean que estoy equivocado. ¿para bajar la temperatura quizás...?.
¿Y el que está al fondo? ¿que es lo que hace?. Pues sencillamente se está limpiando los zapatos. Utiliza para ello el popular Kanfort, práctico como el sólo. Te lo vendían en el Bazar. Aparte del uso para el que fue credado era tambien una herramienta para las novatadas (pero eso ya es para otro capítulo).
Sigamos avanzando. Hay otro chaval con un jersey a rayas que se está peinando. El viejo truco de pegar un espejo en la puerta del armario. Así te ahorrabas el paseo hasta los labavos. Otros ponían pegatinas o posters mas o menos decorativos, por no decir de otro tipo. Me acuerdo de uno que consiguió un poster de la película “Grease” con el John Travolta. Ahí es nada, conseguir el poster de la “peli” era un autentico tesoro.
Podemos ver tambien un grupo de tres chavales sentados a la derecha leyendo o mirando un papel. No me acordaba, pero los armarios eran grises y tenian una especie de tablero entre los dos cuerpos de cada taquilla que se sacaba y se metía. Esto nos servia de silla como es el caso de la foto. En frente se encuentran otros dos, que tambien están sentados. Hay que recordar que aunque teníamos ese ingenioso mecanismo a modo de silla, lo mas común era sentarse en las literas de abajo, que eran mas cómodas, eso si, con el debido permiso del dueño.
Por último vemos en primer plano a alguien que no está muy claro, pero que parece que posa para la foto. Da la sensación que acaba de hacer la cama. Es el único que posa por lo que parece como si fuera el dueño de la cámara. Asi pues, en la foto aparecen elementos que me gustaría reseñar. Veamos, las literas, que eran de color naranja o butano. Eran de dos plazas con escalerilla para subir a la cama de arriba. A mi siempre me gustó la cama de arriba, sin embargo, a otros compañeros le parecía mejor la de abajo, por si se caian. Las literas no tenían somier, sino que era un tablero sobre unos travesaños. Me acuerdo de alguna broma en la que a algún compañero le quitamos la tabla y dejamos sólo el colchón y cuando fue a saltar a la cama literalmente se “tragó”.
Otro recuerdo que me evoca es las colchas, aquellas a cuadros, que gracias a eso permitía hacer la cama “a tiralíneas”. Haber, que levante el dedo quien no sepa que es “la petaca”, y es que la labor docente de las laborales era insospechada.
Me parece que cuando nos levantábamos por la mañana, se procedia al doblado de las sábanas y colcha, y después de comer, antes de las clases de la tarde es cuando se hacia la cama. Bueno, mas o menos eramos todos dóciles excepto algunos que con la veteranía se las sabian todas".

No hay comentarios:

Las entradas mas visitadas en los últimos 30 días