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PROHIBICIONES E HIPOCRESÍAS

No sé si tengo que pedir perdón por ser español y aficionado a los toros, porque, en los tiempos que corren, si me manifiesto públicamente como tal, corro el riesgo de pasar por retrógrado, troglodita, torturador e, incluso, asesino. Con todo, pienso que la fecha del pasado 28 de julio pasará a la historia como una de las fechas nefastas, en la que se produjo un amplio recorte de la libertad, al prohibir taxativamente el Parlament de Catalunya las corridas de toros, prohibición que, curiosamente se produce inmediatamente después de la sentencia del T. C. sobre el Estatut.

Y pienso que el pasado de julio será una fecha nefasta porque la decisión no tiene nada que ver con la oposición a la fiesta de los toros, sino que se ha utilizado claramente con fines políticos de corte nacionalista, ha sido una reacción al pronunciamiento del TC: “nosotros no somos Nación, pero vosotros os metéis vuestra fiesta Nacional donde os quepa, pero aquí no”. Porque, a estas alturas, a nadie sorprende la polémica antitaurina, una polémica tan antigua como la Fiesta y que durará lo que dure esta. Desde el Cardenal Juan de Torquemada, pasando por las bulas de San Pio V, las prohibiciones a los clérigos de asistir a espectáculos taurinos, hasta hoy, la polémica antitaurina ha estado siempre presente por parte de la Iglesia, el Estado… etc. Aunque es cierto que la postura de la Iglesia estuvo mediatizada por los primeros escritos eclesiásticos de los Padres que prohibían asistir y fomentar espectáculos de Circo, como los paganos, no tanto por la defensa de los animales. También desde el campo de los intelectuales ha habido múltiples voces a favor de la Fiesta como José María de Cossío, José Ortega y Gasset, García Lorca… etc.

Lo grave del pronunciamiento actual es la gran hipocresía que subyace al poner como móvil supremo la reacción frente al maltrato animal. Porque no logro entender que a estos señores que se preocupan tanto de evitar torturas a los animales les importe un rábano la cantidad de salvajadas que se hacen en los festejos taurinos de los pueblos: Vemos toros ensogados, se les tiran dardos, petardos, se les alancea los llevan de plaza en plaza dándose unos golpes tremendos contra los hierros de las vallas, se les ponen antorchas en las astas de las que constantemente les están cayendo chispas a los ojos… etc. A lo mejor es que yo tengo otro concepto de tortura y esto no es torturar animales o, a lo mejor es que eliminar estas salvajadas llevaría un coste excesivo en votos y saldría más caro defender a los pobres bichos. Tampoco veo mucho movimiento para defender a los pobres animales salvajes nacidos para vivir en libertad y se les estabula y se les enjaula en malolientes zoológicos como p. ej. en el de Barcelona, donde tuvieron a aquel pobre mono albino que nació así por una malformación genética y lo estuvieron haciendo padrear a ver si podía subsistir la malformación y criar monitos blancos. También sería interesante preguntar a estos señores ¿cómo engordan artificialmente el hígado de patos y ocas las empresas dedicadas a producir productos del pato? ¿No hay nada que decir ante la forzada y excesiva ingesta alcohólica? O por hacinar las gallinas en jaulas para que produzcan más huevos… Por no hablar del clembuterol, de los piensos de origen animal… etc. Todo esto ¿no es maltrato, tortura y vejación de los animales? ¿Cuántas firmas se han recogido para evitarlo? O es que, como decía antes, no es electoralmente rentable y hay cosas con las que no se juega. Por no hablar del destrozo medioambiental que están haciendo las estaciones de esquí que proliferan como setas, cargándose lo mejor del Pirineo y propiciando la especulación salvaje, a lo mejor los señores de “Els verts” meditan cómo defender el medioambiente mientras esquían… ¿Nos cargamos el Pirineo? Bueno… Nos quedará el Tibidabo.

Por lo que no me parece descabellado pensar que la prohibición de las corridas de toros en territorio catalán no obedece a ningún planteamiento ecológico ni de defensa de los animales, sino a políticas identitarias, así que ¡por favor! Basta de hipocresía, vamos a ser claros y exponer los verdaderos motivos del Carnaval del 28 J, que son motivos exclusivamente secesionistas y como aquí, por lo visto, se gobierna a golpe de pliego de firmas, no me extrañaría que lo próximo fuera que se pidieran firmas para que en el territorio de la “Marca hispánica” de Carlomagno se circule por la izquierda o se abandone el sistema métrico decimal o algo parecido para distinguirse del anacronismo español.

De todas maneras le guste a quien le guste y gracias a la selección de futbol hemos podido sentir el orgullo de ser españoles, de llevar la bandera, la nuestra, la de todos los españoles sin ser tachados de fascistas y de poder cantar hasta los últimos rincones del mundo: “Soy español, español, español…” Y yo estoy orgulloso de ser de Casetas, por tanto aragonés, y, porque soy aragonés, soy español y, además aficionado a los toros y, si prohíben las corridas en Catalunya, tenemos Madrid, Sevilla, Pamplona, Zaragoza, Valencia….. y un largo etc. y si no, “Siempre nos quedará el sur de Francia”.

En fin, como decía Rafael “el Gallo”, Hay Gente pa to.


Manuel Romanos Genzor.
Ex-Párroco de Albalate de las Nogueras

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