lunes

TIEMPO

El hombre mira el árbol viejo
talado ahora, en este instante.
El hombre viejo mira el árbol
y hace memoria de su vida:

Yo pasé de la nada a la conciencia
a través de una guerra contemplada
desde un rincón de tierra imbele y manso.

Hubo muchachos, trasladados
más tarde al pueblo en paz y espera,
que se llevaron a la boca
el pan de cada y cada día
con unos ojos espantados
por la metralla de los cielos
y la insepulta muerte negra
de la pradera y las esquinas.

Llegué a ser hombre con la paz al hombro
y no abogado, vocación sin beca
muerta en edad que a trabajar obliga.

Porque para ellos laboraba
y lo sentaron a su mesa
-salario en fórmula de ahorro-
donde aprendió los buenos usos
de la palabra y de las manos,
de aquellos chicos desmedrados
hízose alguno respetable.

Hijos varones tuve que han crecido
y se han emancipado de mis ojos
con la desigualdad que da el origen
a quien paga la culpa de la especie.

Claro que ya se ha muerto el guarda.
Otros, saltando cañerías
llegaron a especuladores.

Se han olvidado las ruinas.

El mundo quiere gentes nuevas.

Mas nadie sabe lo que quiere el mundo.
Cumplidos doce lustros arde el campo
y rasga el hierro pechos y balcones.

Es la guerra de nuevo. Cae el árbol
y a mi me ven morir desde la nuca
estos muchachos que serán mañana...

El hombre viejo agarra su corbata
y para nada es tarde ni temprano.


"El Molino de Papel"
Nº 11, Ago 1957

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