Prólogo
“No
hay una sola realidad. Existen múltiples realidades. No hay un único mundo.
Sino muchos mundos y todos discurren en paralelo… Cada mundo es la creación de
un individuo”. (Paul Auster)
En cada mirada, un mundo; en cada voz, un universo entero. La poesía que aquí se presenta no nace de una sola realidad, sino de muchas: íntimas, paralelas, a veces contradictorias. Como sugiere Paul Auster, no habitamos un único mundo, sino una constelación de mundos personales que se rozan, se ignoran o se entrelazan fugazmente.
Cada
ser humano construye su propia realidad a partir de lo que vive, lo que sueña,
lo que teme, lo que ama. Desde esa perspectiva única, el poema surge como un
puente entre lo interior y lo exterior, entre lo que se siente y lo que apenas
puede nombrarse. No se trata de buscar la verdad definitiva, sino de dar forma
a los ecos del alma, de abrir puertas hacia mundos que solo existen cuando
alguien los imagina.
Este
conjunto poético es, por tanto, un ejercicio de exploración y revelación. Aquí
las palabras no dictan, sino que susurran. No imponen, sino que invitan. Cada
verso es una grieta en la superficie de lo aparente, una hendidura por la que
asoman pensamientos, emociones, visiones que escapan a la lógica del mundo
común.
Quien
se acerque a estos textos encontrará un espejo fragmentado: cada fragmento
puede reflejar algo propio, algo distinto. Y en esa diferencia está la riqueza.
Este libro no pretende enseñar, sino resonar; no busca respuestas, sino
multiplicar las preguntas.
Es un
mapa sin coordenadas fijas, un cuaderno de viajes por mundos interiores. Quien
lo lea, que se atreva a perderse —porque perderse, a veces, es la única forma
de encontrarse.
MUNDOS PARALELOS
Distintas
luces cruzan los sentidos,
caminos brotan
desde los sueños,
las formas
surgen bajo otras miradas,
el tiempo
fluye libre de sus relojes.
Los cuerpos
vagan lejos de sus nombres,
la voz
construye mapas invisibles,
la duda es
puente hacia lo que no existe,
la sombra es
clave, nunca es un vacío.
Ningún objeto
tiene un solo rostro,
la vida gira,
múltiple, secreta,
las decisiones
crean universos,
y cada ser
sostiene su reflejo.
Las memorias
fundan mundos paralelos,
la mente danza
libre entre distancias,
los
pensamientos trazan horizontes,
las leyes
cambian cuando alguien respira.
Allí donde uno
mira, nace algo,
no hay suelo
firme bajo las ideas,
el alma
escribe en lenguas olvidadas,
todo universo
es eco de una mente.
ME
EQUIVOQUÉ
Decir
“me equivoqué” no es cobardía,
mas puente que se tiende entre dos almas;
a veces duele más pedir las palmas
que andar con la razón por compañía.
Quien
deja el ego atrás, busca armonía,
y ofrece su perdón sin
exigir defensa,
es noble por callar
donde hay ofensa,
y firme por cuidar la
cercanía.
Mas sólo
el corazón que se comprende,
que acepta sin rencor su propia falta,
puede volver a amar sin cicatriz.
La
amistad, cuando es real, no se resiente:
renace en lo profundo, se hace alta,
y abraza lo imperfecto en su raíz.
LÁGRIMAS
Las
lágrimas brotan sin aviso,
limpian el ser con su canto,
desprenden dolor, dejan encanto,
renacen sueños con suave hechizo.
Al caer
silenciosas, liberan,
espacios abiertos para la paz,
el corazón siente su dulce faz,
y en nuevo gozo se regeneran.
El
llanto es puente hacia la vida,
marca el final de la tormenta,
resguarda calma, el ser contento,
renace fuerza, luz escondida.
Entre
sus gotas hay renuevo,
y el ser fresco vuelve a brillar,
rompiendo sombras, sin cesar,
abre el camino, vuelo nuevo.
NADA
DETIENE LA MEMORIA
La tumba
calla bajo la maleza,
el nombre se disuelve en la niebla,
ya nadie recuerda, nadie vela,
se olvida sin pena ni fortaleza.
El
llanto dura apenas un instante,
la vida sigue su curso silente,
el mundo gira, frío y distante,
ajeno al que partió, ausente.
Los
rezos se esparcen en el viento,
las flores mueren con la mañana,
y aquella pena, en lento movimiento,
se pierde en la sombra cotidiana.
Nada
detiene la memoria,
todo se desvanece con el tiempo;
ni príncipe ni pobre, en su trayectoria,
escapan al paso lento.
La
ausencia borra los amores,
los lazos se quiebran sin presencia;
la muerte rompe las memorias,
sin dejar huellas ni sentencia.
Tras
cada cruz en el camino,
la vida prosigue, indiferente.
El muerto yace, solo, en su destino,
el vivo busca lo urgente.
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