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El teatro para la representación de comedias de Cuenca y Colegio de niños de la doctrina: 1487-1777

El teatro para la representación de comedias de Cuenca y Colegio de niños de la doctrina: 1487-1777

José Luis Muñoz 
HOJAS VOLANDERAS 
ENTREGA NÚMERO 6 
28-03-2007

Lo ha escrito Martín Muelas, catedrático de Lengua y Literatura y, hasta hace unos meses, decano de la facultad de Educación en Cuenca. Lo ha editado el Corral de Comedias de Almagro, en colaboración con la Universidad regional.
Tiene mérito este trabajo en primer lugar por la originalidad del tema elegido. En el espacio geográfico que nos ocupa, Cuenca, los textos teatrales son mínimos; recuerdo ahora dos excelentes volúmenes postumos de Carlos Molina y el también valioso Del alegato a la fiesta, que escribieron en el ya lejano 1979 Ángel Luis Mota y José Ángel García, para historiar y comentar las primeras cinco Semanas de Teatro que hubo en Cuenca. Aparte eso, nada o poco más. Si acaso algún artículo suelto en quien sabe qué tipo de publicación. Con lo que podemos llegar a la fácil conclusión de que el teatro en Cuenca, la historia del teatro en Cuenca o la actividad teatral en Cuenca es un tema que permanece inédito, en espera de ese concienzudo investigador que nos ayude a desvelar el necesario conocimiento del caso.
Martín Muelas ha puesto una primera e importantísima piedra al darnos las pistas necesarias para confirmar algo que se podía presentir: que en Cuenca hubo un corral de comedias en pleno Siglo de Oro, y lo hubo, como demuestra documentalmente, desde una fecha muy temprana, 1587 y consigue también, siguiendo los vericuetos de los legajos y expedientes, fijar dónde se encontró ese primitivo recinto teatral conquense: en pleno casco antiguo, como es natural, en las inmediaciones de la antigua iglesia de San Esteban, próxima a la actual de El Salvador, posiblemente en la calle que hoy se llama de la Canaleja. A lo largo de su documentado y exhaustivo trabajo, el autor va desgranando los diversos elementos informativos que van poniendo el soporte necesario para estructurar su trabajo, empezando por un capítulo, siempre necesario, para reconstruir cómo era (o pudo ser, razonablemente) la ciudad de Cuenca en esa época para seguir con los datos necesarios para situar la aparición del teatro que, curiosamente, fue privado, una iniciativa particular, a diferencia de otros casos en distintas ciudades en las que figura como promotora una institución benéfica, circunstancia que también se da posteriormente en Cuenca, al aparecer en 1612 una vinculación directa con una obra pía, los Niños de la Doctrina, impulsada por el canónigo Jerónimo Venero, que a partir de ese momento se sitúa como auténtico promotor, empresarial en un caso, caritativo en otro mediante la vinculación de las dos actividades.
No es cosa de desvelar aquí más datos sobre los avatares de ese primer y solitario corral de comedias conquense, que para eso está el interesante libro de Martín Muelas que, además, se lee con notable comodidad, cosa que siempre es de agradecer, y que se completa con una prolija inserción de documentos, estos sí, alguno demasiado farragoso.
Pero como lo que se trata aquí es de conmemorar el Día Mundial del Teatro, celebrado está, aunque no haya habido representación dramática que llevarse al cuerpo. Por lo menos tenemos este libro sobre el teatro en Cuenca, que debería tener continuidad en otros para ir delimitando las circunstancias de tan extraordinaria actividad, hasta ahora bastante desconocida.

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