El ajusticiamiento del Jarabo, en 1959, abrió en España el debate sobre la aplicación del garrote vil y las ejecuciones
El óleo de Manuel Castellano (1868).
Plasma la muerte de Juan de
Tassis y Peralta,
Conde de Villamediana |
"Matar es como cortarse las uñas de los pies. Al principio te da pereza, pero cuando empiezas a cortártelas descubres que es más fácil de lo que imaginas. Después piensas que no necesitarás volver a hacerlo, pero antes de lo que esperas las uñas han vuelto a crecer". El cineasta Pedro Almodóvar tomó estas palabras de un libro del escritor catalán Andreu Martin y las puso en boca de Andrea Caracortada, la periodista de sucesos sin escrúpulos interpretada por Victoria Abril en la película Kika. Así, resumía gráficamente la esencia del instinto asesino que, cada año, causa en España decenas de homicidios dolosos y asesinatos -294 el año pasado, según datos oficiales del Ministerio del Interior. A pesar de todo, la inmensa mayoría de estas muertes violentas están condenadas al anonimato o, como mucho, ocupan un pequeño hueco en los periódicos del día siguiente. Sólo unos pocos logran hacerse un lugar en la historia negra de nuestro país por la conmoción que generan.
Uno de los primeros crímenes fue el de Juan de Tassis, segundo Conde de Villamediana y poeta metido a Casanova que escandalizó la corte de Felipe IV en los primeros años del siglo XVII por sus escarceos con la reina. La tarde del 22 de agosto de 1622, cuando volvía del Palacio Real en su carroza, un hombre le asestó una mortal puñalada en plena calle Mayor de Madrid. Nadie pagó por aquel crimen, aunque los rumores señalaban como autor a un sóida do real que cumplía órdenes del propio rey Felipe IV o del todopoderoso Conde-Duque de Olivares. El hecho causó tanta impresión, que muchos poetas se apresuraron a recoger en sus versos la muerte de Juan de Tassis. Desde su amigo Luis de Góngora, que se atrevió a señalar al monarca como autor intelectual del crimen, hasta el siempre polémico Francisco de Quevedo. Hoy en día su muerte todavía es relatada en los circuitos turísticos que muestran a los viajeros el Madrid más tenebroso.
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Precisamente en aquellos años, ya con el general Francisco Franco en el poder, otro crimen estremeció a la sociedad española: el cometido por un joven de familia bien llamado José María Manuel Pablo de la Cruz Jarabo y Pérez Morris, más conocido como Jarabo. Pendenciero, mujeriego y vividor, su romance con una mujer inglesa casada y sus juergas continuas le dejaron al borde de la asfixia económica. Por ello, le pidió a su amante un anillo con la idea de empeñarlo y recuperarlo después, cuando consiguiera cerrar un negocio. Sin embargo, las 4.000 pesetas que le dieron volaron rápidamente y la joya quedó en el olvido hasta que. meses después, ella le envió una carta en la que le rogaba que la recuperase. El lo intentó en un par de ocasiones, pero los usureros subían cada vez más el precio para entregársela, por lo que a mediados de junio de 1958 decidió conseguirla al precio que fuera. La noche del sábado 19 del citado mes fue a casa de uno de los prestamistas. Allí mató a éste, a la esposa y a la criada, y busco el anillo sin éxito. Tras pasar la noche junto a los cadáveres, Jarabo pasó el domingo durmiendo. A primera hora del lunes acudió a la tienda de empeño y completó el crimen con el asesinato a tiros del otro prestamista. Tampoco allí halló la sortija. Y, al día siguiente, cuando acudió a la tintorería a recoger su traje manchado de sangre, fue detenido. Su juicio fue todo un acontecimiento, y entre el público no faltaron famosos, toreros y muchas mujeres. Condenado a muerte, su accidentada ejecución a garrote vil el 4 de julio de 1959 abrió el debate en España sobre este cruel sistema de aplicar la pena de muerte. Aquel mismo día comenzó a correr por Madrid el rumor de que Jarabo no había sido ejecutado gracias a sus influencias -su tío, que llegó a ser ministro de Justicia con Franco, era entonces presidente del Tribunal Supremo- y que en el féretro iba otro cadáver. Un mando policial ordenó durante el entierro abrir el ataúd y a uno de los que dudaba le hizo mirar en su interior: "¿Es o no es Jarabo, rojo de mierda?".
Ver: EL CRIMEN DE ALBALATE DE LAS NOGUERAS
En Crónica de la España Negra. Los 50 crímenes más famosos (Espasa Hoy), Francisco Pérez Abellán expone los asesinatos más destacados de nuestro país.
Excepcional película de Luis García Berlanga, de 1963
Producción: Naga Films (Madrid)/Zabra Films (Roma)
Guion: Rafael Azcona; Luis García Berlanga; Ennio Flaiano.
Música: Miguel Asins Arbó
Fotografía: Tonino Delli Colli (B&W)
El Jarabo, fue condenado a muerte, ejecutado a garrote vil el 4 de julio de 1959 |
Ver: EL CRIMEN DE ALBALATE DE LAS NOGUERAS
En Crónica de la España Negra. Los 50 crímenes más famosos (Espasa Hoy), Francisco Pérez Abellán expone los asesinatos más destacados de nuestro país.
Excepcional película de Luis García Berlanga, de 1963
Producción: Naga Films (Madrid)/Zabra Films (Roma)
Guion: Rafael Azcona; Luis García Berlanga; Ennio Flaiano.
Música: Miguel Asins Arbó
Fotografía: Tonino Delli Colli (B&W)
Reparto: José Isbert, Nino Manfredi, Emma Penella, Alfredo Landa, Antonio Ferrandis, Lola Gaos, José Luis López Vázquez, Ángel Álvarez, María Luisa Ponte, María Isbert, Julia Caba Alba, José María Prada, José Luis Coll, Xan Das Bolas, Emilio Laguna, Xesc Forteza
El verdugo es una de las mejores películas de Berlanga y para muchos, una de las mejores películas del cine español. Es en parte un alegato contra la pena de muerte y en parte una recreación irónica de las contradicciones de la España franquista, realizada en plena era del régimen.
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