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Narración militar de la guerra carlista de 1869 a 1876: Albalate de las Nogueras

Narración militar de la guerra carlista de 1869 a 1876
AÑO 1872
Más próxima la provincia de Cuenca, que las anteriores, al teatro de operaciones de Valencia, donde las partidas carlistas habían aumentado bastante, los temores de alteración de orden público fueron en ella mucho mayores. Además, las versiones que circulaban de haber recibido fondos los agitadores, los trastornos ocurridos en los pueblos de la raya de Albacete, las predicaciones en favor de la causa y las opiniones absolutistas de muchos de sus habitantes- todo contribuía a hacer esperar un alzamiento, y esto obligó a las autoridades a redoblar la vigilancia y a circular órdenes para que las columnas de guardia civil y de cazadores de Béjar estuvieran prontas a acudir con rapidez hacia las zonas donde se perturbara la tranquilidad.

En la primera quincena de Mayo, varios grupos de sediciosos iniciaron abiertamente la rebelión: Valdeganga, Tragacete y Pedroñeras fueron los pueblos donde hicieron sus primeras armas, capitaneados por jefes de escasa significación. Perseguidos activamente, sólo pudieron sostenerse algunos días, a pesar de contar con apoyo en el país y se vieron precisados a evacuar la provincia por el límite con Teruel, reuniéndose después en Javaloyas con el cabecilla D. Antonio Cojo, que recorría el partido de Albarracín.

Las tropas estacionadas en Cañete, Priego y Beteta, con el objeto de cubrir las avenidas de Guadalajara, tuvieron que abandonar sus cantones al emprender la persecución de los grupos que aparecieron en la provincia, y por esta causa, la partida Somolinos al pasar a Cuenca, huyendo de sus perseguidores de Guadalajara, encontró expedito el paso. No duraron mucho tiempo las correrías de esta facción, que llegó a reunir 60 hombres. Alcanzada en Poyatos por una columna de guardia civil y cazadores de Béjar, a las órdenes del capitán Villalonga, fue batida, sufriendo algunas bajas. Varios individuos de ella se presentaron a indulto en Frontera, y el resto pasó a Teruel y se entregó en Griegos con armas y caballos. El 26 participaba la autoridad militar de la provincia al general Bassols, que extinguidas por completo las partidas, la guardia civil volvía a sus puestos y una compañía de Béjar a la capital, continuando la demás fuerza del ejército ocupándo las proximidades de Huete y Tarancón, para vigilar las entradas de las provincias limítrofes, donde todavía existían partidas sublevadas.

AÑO 1873
Análogamente a lo sucedido en otras provincias, la autoridad civil de Cuenca recibió confidencias, a principios de Febrero, de próximas alteraciones del orden público en sentido carlista; ordenando por tal motivo a la guardia civil la reconcentración en secciones y que se situase en Huete, Priego, Cañete y Almodóvar del Pinar. En la capital se reunió un escuadrón del mismo instituto, para que, así como los voluntarios movilizados, estuviera dispuesto a cualquier evento, A mediados de mes aumentaron las alarmas, y estas fuerzas empezaron a recorrer constantemente los pueblos de sus demarcaciones respectivas, a fin de calmar los ánimos y sostener la tranquilidad.

Entonces fué cuando, según dijimos al hablar de la provincia de Madrid, entró en la de Cuenca D. Isidoro del Castillo al frente de 200 rebeldes, algunos de ellos soldados de la guarnición de la capital. Este cabecilla, que tenía el título de Comandante general de la provincia y amplios poderes de don Carlos se prometía obtener un alzamiento nutrido excitando a los paisanos. Para ello empezó por publicar varias alocuciones, la más importante y apasionada de las cuales la insertamos a continuación:

Alocución del Comandante General
Isidoro del Castillo, a los conquenses

"Conquenses; Ha sonado la hora; esta dada la señal del combate. El italiano huyó despavorido, desengañado de la farsa liberalesca; las hordas revolucionarias rugen y piden sangre; aprestémonos a la pelea; organicemos batallones y salvemos la Patria que perece, =:¿Qué es lo que esperamos cuando la sociedad se derrumba, y nos amenaza el caos y se acercan las aguas del diluvio? ¿Qué hacemos cuando se insulta a Dios, se niega su existencia y se ataca a la familia, y la demagogia afila el puñal, y la anarquía prepara la tea y el petróleo, y vemos en muchas provincias asesinatos, robos, incendios, la parodia, en una palabra, de la Comuna de París? La respuesta es correr a las armas, volar allí donde pelean los soldados de la legitimidad, Conquenses: ¡A las armas! Hierva la sangre, y el que tenga corazón de hielo y en su pecho no arda el fuego del entusiasmo, huya a ocultar su vergüenza como cobarde mujercilla. Pero no, porque corre por vuestras venas la sangre de los Garci-Álvarez, Albornoz, Mendoza, Alarcón, Carrillo, Iranzo, Acuña, Pozo-Bueno, Cereceda, y sabréis repetir las proezas de aquellos héroes que se sacrificaron en aras del patriotismo. = Así lo espera de vosotros ilustres conquenses, vuestro Comandante general. = ¡A las armas los esforzados hijos de la provincia de Cuenca! = ¡Dad ensanche a vuestro entusiasmo, estalle vuestra impaciencia por tanto tiempo comprimida, ármese de valor vuestro brazo y de arrojo vuestro corazón; corramos y arrojemos de esta noble Patria a todos esos déspotas que sólo nos han traído miseria, corrupción y llanto. ! A las armas, veteranos de la guerra civil vencedores de Reíllo y Carboneras! ¡A las armas los descendientes de defensores de Cañete, Beteta y otros fuertes, al pié de cuyos muros se estrelló la pujanza del ejército usurpador! = ¡A las armas todos, voluntarios carlistas! ¡Guerra y guerra sin tregua al liberalismo! Alcense el anciano, el sacerdote, el letrado y el joven viril. Sacerdote del Altísimo, al campo del honor a encender con tu palabra el fuego del sacro patriotismo, y a bendecir nuestras banderas para defender las aras de nuestro Dios y las tumbas de nuestros mayores. = Anciano venerable, si tus manos convulsas no pueden mantener un fusil, marcha al templo y pide al Dios de las batallas que arme de fortaleza el brazo de tus hijos y nietos. Pobre y humilde artesano, honrado y pacífico labrador, ¡a las armas! Cambiad la herramienta y la esteva por el fusil, y a pelear contra los que os han arrebatado el patrimonio y el pan de vuestros hijos para consumirlo en orgias y opíparos banquetes. = Ricos propietarios, despertad, sacudid ese indiferentismo, esa criminal apatía; ya veis que los liquidadores han dado comienzo a su obra de destrucción, y han principiado sus ensayos ensañándose cual caribes con sus semejantes; decidíos aun cuando no sea nada más que por vuestros propios intereses. Laboriosos industriales, ¡a las armas! que la Patria está en peligro. ¿No veis el comercio arruinado, la industria paralizada, abandonada la agricultura, esquilmados los contribuyentes, vendida la honra de España, y la inminente pérdida de las Antillas? Pues si os aguijonea el patriotismo y hay sangre en vuestras venas o indignación en vuestros pechos, ¡ a las armas ¡ Madres, doncellas y esposas, la revolución os ha insultado, os ha llamado barraganas. Armaos del valor de las Cariátides y Porcias, y decid a vuestros esposos, padres y hermanos: id por nuestra honra y la de vuestros hijos; lavad esa afrenta; no volváis sino cubiertos de laureles y de honrosas cicatrices, y entonces nuestros brazos y nuestros corazones serán el trono donde descansareis de vuestras fatigas y penalidades. = Y vosotros también, ribereños del Tajo y del Jarama, los que un día empeñasteis vuestra palabra prometiendo defender la santa causa ya veis que ha llegado la hora ¡a las armas! En el campo de Marte os espera un veterano de la guerra civil que prefirió vivir en la emigración y en el ostracismo antes que manchar su honra transigiendo con el convenio de Vergara y después con los impíos gobiernos liberales. Venid, que éste os conducirá al combate. ¡A las armas, voluntarios! El que pueda tomar el fusil que lo tome el que no tenga ánimos para manejarlo, que lo adquiera para los que se sientan con decisión y arrojo. = ¡Voluntarios carlistas! Estamos en la hora suprema, en el fin del fin. Dos caminos hay: el de vivir con ignominia, con afrenta, ó el del honor, que es el que siguen los valientes para defender la enhiesta bandera de Dios, Patria y Rey. Elegid=¡Carlistas! ¡Viva la religión! ¡Viva la integridad nacional española! ¡Viva Carlos VII! ¡Abajo el liberalismo! = Vuestro Comandante general, Isidoro del Castillo."

Inmediatamente que se recibió en Cuenca la noticia de la entrada de éste en la provincia, salió a su encuentro el jefe de la comandancia de la guardia civil, al frente de 5o guardias, marchando a Cañaveras y Canalejas para impedir que se internase en la sierra de Priego; dirección que seguía Castillo después de haber atravesado el Tajo por la barca del Maquillón; pero esta medida no llegó a ser necesaria, pues al pasar el cabecilla por las cercanías de Alcalá de Henares, se destacaron de esta ciudad dos columnas de 5o caballos y 30 voluntarios cada una, al mando de los comandantes Jiménez y Díaz Mora, quienes alcanzaron a la partida en Buendía, …

… No contento Santés con su primera correría por la provincia de Cuenca, volvió el día 15 de Noviembre a traspasar los límites de ésta, con los 4.000 hombres que ya tenía a sus órdenes, distribuyéndolos en fracciones que invadieron a Minglanilla, Enguídanos, La Pesquera y Puebla del Salvador, desde donde los cabecillas de cada una pasaron oficios a los pueblos cercanos, exigiéndoles fuertes sumas y abundantes raciones, que los ayuntamientos se apresuraron a entregar por temor. El 21 reconcentró a toda su gente en Iniesta, y por Valverde del Júcar y Albaladejo del Cuende, amenazó nuevamente a la capital, que sólo podía oponer a tan numerosa hueste 194 guardias y 163 voluntarios, aunque con buen espíritu y bien apercibidos a la defensa, por la dura lección recibida anteriormente. Mas no era el intento del cabecilla repetir la jornada, sino correrse por La Mancha a las riberas del Tajo, donde se prometía gran botín, por estar enclavados en ellas pueblos ricos en los que aún no habían entrado facciones considerables. Con tales propósitos, anduvo el día 24 por Torrejoncillo del Rey y San Lorenzo de la Parrilla, en los que entró impunemente, disponiendo a su antojo de cuanto pudo convenirle. Así continuó hasta Mota del Cuervo y Quintanar de la Orden (Toledo), retrocediendo después y pasando por Carrascosa de Haro, donde detuvo y se apoderó del correo de Cuenca, y por Horcajada de la Torre; entrando más tarde en la provincia de Guadalajara, según ya hemos dicho, para volver a los pocos días a la de Cuenca.

Para batirle, salió de Albacete, el 24 por disposición del Ministro de la Guerra, el coronel D, Felipe Moltó, al frente de una columna de 1.5oo hombres de infantería de Galicia y de la reserva de Madrid, dos piezas de artillería y 100 caballos; entró en la provincia; se dirigió por Iniesta a la capital, donde su presencia, siquiera fuese breve, era necesaria para tranquilizar el ánimo de los moradores muy decaído por el temor a un nuevo ataque; llegó a ella el 28; descansó allí el día siguiente de las dos marchas forzadas, hechas con soldados bisoños la mayor parte; y el 30 salió con su columna y alguna guardia civil hacia Priego, porque presumía que estaban allí las fuerzas de Santés, yendo después a Albalate de las Nogueras, por haberse éstas internado en las sierras que circundan a Las Majadas.

Entonces el cabecilla dirigió un reto a Moltó, que, así como la contestación, constan en el oficio que insertamos seguidamente. Este escrito y la exposición de los hechos posteriores ponen de manifiesto que la aparente audacia de Santés tenía por objeto retirarse más fácilmente a Chelva, cargado con el abundante y rico botín que había hecho en los pueblos.

"A las dos de la tarde, y en el momento de llegar a este punto, he recibido del cabecilla Sanies la siguiente comunicación. = Ejército Real de Valencia. Comandancia General, = Hace algunos días que estoy marchando con mis fuerzas alrededor de la capital de esta provincia, y habiendo tenido noticia de que V, S. ha salido hoy de ella, con las que manda en mi persecución, he resuelto manifestarle que no rehúyo el combate; y al efecto, después de dar a conocer a V. S, el punto de mi residencia, que es el en que va fechada la presente, le ruego se sirva designar y avisarme, cuanto antes le sea posible, el en que quiera que midamos nuestras fuerzas, como asimismo el día y hora, en la seguridad de que quedara cumplido su deseo. = Mi silencio se atribuiría tal vez a cobardía, y acaso pudiera V. S. prevalerse de él para que la prensa encomiara su persecución ficticia y rebajara la conducta que estoy dispuesto a observar ahora y siempre, en justa defensa de la causa que sostengo. —Suplico a V. S. contestación inmediata y pronta, para obrar según la resolución que adoptare, sin perjuicio de llevar adelante el plan preconcebido en mi marcha de operaciones. = Dios guarde a V. S. muchos años, =Campo del honor de Las Majadas, -- de Noviembre de 1873."

Contestación a José Santés:
"Comandante general, José Santés y Murguí.= Señor D. Moltó, jefe de la columna de operaciones de esta provincia=Pudiendo ser todo esto, Excmo. Sr., una acechanza para alejarme de mi base de operaciones, que es Cuenca, tanto para intentar en esta un golpe de mano cuanto para huir con dirección a Chelva, lo cual creo más posible, le he contestado en carta particular lo siguiente: =Sr. D, José Santés. =Enterado de su escrito, sólo tengo que manifestarle que en vista de que, como indica paladinamente en él mismo, marcho en su persecución desde hace algunos días sin que hasta ahora haya logrado avistarle, a pesar de las marchas forzadas que para conseguirlo llevo verificadas; y como quiera que pienso seguir esta misma conducta sin descansar un momento, puede esperarme cuando y donde quiera; advirtiéndole que por primera y última vez contesto a escritos de esa naturaleza. Felipe Moltó.=:Albalate de las Nogueras, 30 de Noviembre de 1873.="

Felipe Moltó remite carta al Ministro de la Guerra:
"Intento por lo tanto, Excmo. Sr., seguir activamente en su persecución mientras pueda pasar con un carruaje de artillería; marchando en el día de mañana con dirección a Zarzuela, punto que me sitúa cerca del enemigo y me pone en inmediata Comunicación con Cuenca. = Según los informes que he adquirido y que considero fidedignos, el cabecilla San tés llevara de 5 a 6.000 hombres; de éstos solamente 2,500 armados con Remingthon, Berdan y Minié; componiéndose el resto de jóvenes de 14 a 15 años, mal armados. Vuelvo de nuevo a molestar a V. E. manifestándole los inconvenientes que para la persecución de los carlistas tiene la artillería rodada; pues no hay camino alguno transitable para aquella arma que me conduzca hacia la parte Este de la provincia, por donde precisamente tiene que pasar el enemigo si, como supongo, se dirige a Chelva, en la de Valencia, a depositar el fruto de sus rapiñas y organizar su gente.=Dios guarde a V, E. muchos años. =:Albalate de las Nogueras 30 de Noviembre de 1873.= Excmo- Sr.=Felipe Moltó. Excmo. Sr. Ministro de la Guerra."

El presagio de Moltó resultó cierto, porque Santés, sin esperar el combate que con tanta ansia parecía desear, abandonó la provincia y regresó por Cañete a Chelva, su centro de operaciones, según sabemos, siendo perseguido por aquél hasta en las fragosidades de la sierra, a pesar de los grandes esfuerzos y penalidades que exigió el transporte de la artillería por caminos casi inservibles. El coronel Moltó regresó el -- de Diciembre a Cuenca, donde ya tenía orden del Ministro de la Guerra para volver a Albacete, a seguir las operaciones suspendidas por esta excursión. Así lo verificó, saliendo el 3 de aquella capital, en la que dejó dos compañías de la reserva de Madrid para que la defendiesen en cualquier evento; disposición que contribuyó a calmar paulatinamente los ánimos, no tan sólo en Cuenca, sino en el resto de la comarca.

AI amparo de la gruesa partida de Santés, otras de poca importancia entraban y merodeaban en los pueblos, exigiendo tan sólo lo preciso para su subsistencia; pero en cuanto aquél cabecilla evacuó la provincia, quedaron relegadas a la sierra o se disolvieron; así fué, que transcurrió todo el mes de Diciembre en relativa calma, turbada únicamente cuando algún núcleo importante de los carlistas del Centro aparecía en los confines amagando invadirla, lo que no volvió a suceder en este año.

Nota: Mi agradecimiento a Alicio R. V., que localizó esta información, y me la remitió.

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