NUEVAS ESCULTURAS DE LUIS Y JOSÉ SALVADOR CARMONA
JUAN NICOLAU CASTRO
(Doctor por la Universidad Autónoma de Madrid)
Cristo del Perdón Granja de S. Ildefonso Segovia Autor: Luis Salvador Carmona |
En la villa ducal de Béjar es, especialmente, venerada una imagen de la Piedad que, procedente del desaparecido monasterio franciscano, recibe hoy culto en la iglesia de Santa María la Mayor . La imagen procesiona durante la Semana Santa y allí se la tiene, en general, como obra del escultor salmantino Alejandro Carnicero.
La escultura, muy hermosa, no encaja con lo conocido de Carnicero. Precisamente este escultor tallaba el mismo tema para la hornacina superior del retablo de la catedral de Coria, en Cáceres, terminado en 1748, y su estilo, más dramático y con un tratamiento de paños más minucioso y movido, es distinto al de la obra que nos ocupa. En la Piedad de Béjar, lo que llama especialmente la atención es su serenidad y su sencilla composición. La expresión de María es de un dramatismo muy contenido, el rictus de dolor no descompone la dulzura del rostro, y su pena aparece, solo visible, en la tristeza de la mirada.
La figura de Cristo descansa, blandamente recostada, sobre la pierna derecha doblada de María, al tiempo que extiende la izquierda para crear un hueco acogedor. Con una de las manos se ayuda para sostener la espalda y la cabeza, mientras que con la otra sostiene uno de los brazos. Cristo deja caer inerte el brazo derecho que llega a tocar el suelo y extiende ambas piernas formando, sin estridencias, un grupo piramidal. Su cuerpo, de suave anatomía, se cubre sumariamente con un paño de pureza, y muestra muy visible la sangre del costado. La cabeza, caída hacia un lado y ya sin corona, muestra barba y larga cabellera que se derrama por el costado derecho. Hilillos de sangre cruzan el rostro y muestra huellas de una herida muy significativa, la de una espina que ha entrado por encima de una de las cejas y ha salido sobre el párpado cerrado. La efigie presenta una novedad extremadamente curiosa, en el interior de la herida del costado, invisible a la vista, hay una pequeña cerradura que abre parte del pecho, transformándose en sagrario.
María viste de modo tradicional, túnica roja, velo blanco, que cae en suaves pliegues por ambos lados de la cara, y amplio manto azul. Tras ella se alza la cruz, de tronco nudoso, «vestida» con la sábana de la descensión.
La escultura recuerda el estilo de Luis Salvador Carmona que repitió, al menos, tres veces el tema, aunque esta Piedad es más contenida y se sienten más, ante ella, los aires del neoclasicismo. De las versiones de Carmona, una en Salamanca, otra en León y otra en Madrid, la imagen de Béjar recuerda a las tres. De la de Madrid y León copia la colocación de Cristo y el modo de sostener el brazo. Pero es, sin duda, con la de Salamanca con la que más relación guarda en la postura del Cristo inclinado hacia el mismo lado e idéntica caída del brazo derecho inerte. Otros elementos que las tres de Carmona tienen es la posición del manto y velo sobre la cabeza de la Virgen, terminado en pico, lo que deja despejada la frente, y ese pliegue, como en ese, que forma la túnica en el escote. La de Béjar mantiene, aunque poco marcada, la ese del cuello, pero el manto cae sobre la frente, sombreándola intensamente.
San Pedro de Alcántara Priego (Cuenca) |
Tras el estudio de estas y otras diferencias creemos poder apuntar no a Luis Salvador Carmona, sino a su sobrino José, que con él aprendió el oficio y se limitó a copiar, a veces de modo servil, al tío, repitiendo los tipos pero sin su fuerza y su gracia. Sin embargo, conforme su obra va saliendo a la luz, vemos en algunas de sus esculturas aciertos que la hacen digna de búsqueda y estudio, como ocurre con la imagen de la Virgen del Rosario de Ezcaray , la Divina Pastora y el San Francisco de Asís de Arenas de San Pedro o el de Priego, en Cuenca, a la que ahora habrá que añadir esta interesantísima de Béjar.
Por último queremos señalar que esta Piedad , debido a su azarosa historia, se encuentra un tanto deteriorada, de manera especial en su policromía, habiendo recibido más de un repinte que convendría subsanar.
Los datos que en la villa de Béjar se tienen de la imagen la vinculan con una mujer, especialmente devota, llamada María Peña García, conocida popularmente como «La Morala», que, según la tradición local, tuvo una visión de la Piedad que quiso se perpetuase en la imagen, que se colocó en el monasterio franciscano donde, debido al sagrario que la escultura lleva en el pecho, hacía de monumento del Jueves Santo. Para fecharla, aunque no podamos tomar el dato como definitivo, se cuenta con una cifra tope que es la de 1760, en que muere la sierva de Dios, y correspondería a los últimos años de la actividad de Luis Salvador Carmona, cuando la colaboración de los discípulos debió ser mayor y cuando su sobrino, aun joven, trabajaría muy cercano al tío y éste podía estar especialmente pendiente de su actividad.
Al desaparecer el monasterio franciscano con la desamortización, la imagen fue llevada a la iglesia donde hoy se guarda. El que la escultura se tallase para un convento franciscano aumenta las posibilidades de la intervención de José Salvador Carmona ya que, como vamos demostrando, trabajó mucho para conventos de la orden como el de San Pedro de Alcántara, en Arenas de San Pedro, el de Ntra. Sra. del Rosario, cercano a Oropesa, el de la Victoria de Priego, en Cuenca, y alguno más. En la actividad artística de estos conventos es posible no estuviese ajeno el famoso obispo franciscano Eleta, confesor del rey Carlos III.
Del Monasterio de San Miguel de la Victoria proceden las siguientes imágenes:Stmo. Cristo de la Caridad Priego (Cuenca) |
Luis Salvador Carmona, nació el 15-11-1708 en Nava del Rey (Valladolid) y murió en Madrid en 1767. Atraído por la ocasión de poder dedicarse al oficio de escultor, para el que manifestaba dotes extraordinarias, abandonó su pueblo natal cuando aún era un muchacho y marchó a Madrid donde se formó en el taller de Juan Alonso Villabrille y Ron (1663 - 1728). A la muerte de éste tomó la dirección del taller, y supo rodearlo de tal prestigio que Fernando VI lo unió en 1752, con el que Olivieri fundara ocho años antes. De esta escuela nació la Academia de San Fernando. Son los años en los que la escultura española, comienza a mostrar preferencia por temas amables y familiares como los relacionados con la infancia de Jesús y de la Virgen, sin abandonar las dramáticas representaciones que habían sido característica del siglo XVII - martirio, ascetismo, penitencia - aunque al adaptarlas al nuevo lenguaje modifiquen su fuerza expresiva. Luis Salvador Carmona se muestra libre de todo barroquismo para situarse en el neoclasicismo. Un virtuoso de la talla que sobre la base del naturalismo castellano logra introducir la dulzura, serenidad, refinamiento y sensibilidad dieciochesca. Sus obras atraen por su sinceridad. En su último periodo evoluciona hacia una estética academicista de mayor frialdad formal y contención expresiva.
Según los especialistas: Luis Salvador Carmona, compagina su faceta de imaginero tradicional, que bebe directamente de las fuentes de Gregorio Fernández, con un refinamiento de contenido rococó. En la última etapa de su vida su obra presenta clarísimos rasgos neoclásicos.
Trabajó para el palacio real de Madrid, pero su producción consistió sobre todo en imaginería religiosa. Las obras de este excepcional escultor mantienen unas constantes que se resumen en: Delicada factura, cabellos y barbas cortos, mano derecha extendida de forma característica y con el dedo índice separado, rentabilización de los encajes para quebrar las líneas generales de la composición, dinamismo de sus figuras conseguido por vestimentas agitadas que se quiebran en ángulos menudos...
Según los especialistas: Luis Salvador Carmona, compagina su faceta de imaginero tradicional, que bebe directamente de las fuentes de Gregorio Fernández, con un refinamiento de contenido rococó. En la última etapa de su vida su obra presenta clarísimos rasgos neoclásicos.
Trabajó para el palacio real de Madrid, pero su producción consistió sobre todo en imaginería religiosa. Las obras de este excepcional escultor mantienen unas constantes que se resumen en: Delicada factura, cabellos y barbas cortos, mano derecha extendida de forma característica y con el dedo índice separado, rentabilización de los encajes para quebrar las líneas generales de la composición, dinamismo de sus figuras conseguido por vestimentas agitadas que se quiebran en ángulos menudos...
Cristo del Perdón (1755). Convento de los Sagrados Corazones. MM. Capuchinas (Nava del Rey) Autor: Luis Salvador Carmona |
Dolorosa |
Sto. Domingo |
Magdalena |
San Antonio |
San José |
San Miguel |
El Santo Negro |
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