Santa Quiteria
22 de Mayo
Santa Quiteria Albalate de las Nogueras (Cuenca) |
La antigua Balcagia, hoy Bayona, bello rincón de la costa gallega, era sede de Lucio Catelio Severo, régulo de Galicia y Portugal. Su esposa se llamaba Calsia y ambos eran paganos y enemigos de los cristianos.
Las leyendas cuentan que Calsia tuvo en un solo parto nueve hijas, y pensando en este hecho extraordinario que por así serlo podía despertar sospechas de su esposo, sospechas de infidelidad naturalmente, mandó con el mayor secreto, ya que él estaba ausente, que las nueve niñas fuesen arrojadas al río de la Ramallosa, distante dos kilómetros de Bayona. La partera, llamada Sila, cogió a las neófitas y marchó dispuesta a cumplir la orden; pero a mitad del camino, movida a compasión por aquellas infelices criaturas, pensó salvarlas y, cambiando de rumbo, se dirigió a un pueblecito próximo. Allí dejó las niñas al cuidado de ciertas mujeres cristianas que se encargaron de criarlas. Se las bautizó de inmediato imponiéndoles los nombres de Quiteria, Liberata (Librada), Victoria, Marina, Germana, Eumelia (Eufemia), Marciana, Genibera y Basilia. Fueron educadas en la fe cristiana y en el temor de Dios y las nueve hermanas ofrecieron su virginidad al Señor.
En el siglo II una funesta persecución amenazaba a los cristianos extendiéndose hasta Balcagia. Los paganos denunciaron a las santas vírgenes que fueron detenidas y llevadas a la presencia de Lucio Catelio. Éste las amenazó con el suplicio si continuaban en el cristianismo; pero ellas no vacilaron ante las amenazas del régulo y contestaron con firmeza que preferían mil veces la muerte antes que abandonar la fe de Cristo. Catelio,
impresionado ante la fortaleza de las niñas y encontrándoles un extraño parecido con su esposa, indagó su origen, y llamando a Calsia, las reconoció como sus hijas. Se entabló entonces una lucha en su corazón entre el amor de padre y la autoridad de juez: tenía ahora mayor empeño en convencerlas y les suplicó con todo cariño que sacrificasen a los dioses; su madre intentó también con lágrimas persuadirlas, pero nada consiguieron. El padre, enfurecido, renovó las amenazas concediéndoles un día de plazo para decidirse a adorar a los ídolos o morir. Las nueve hermanas convinieron en evitar el crimen de que fuese su propio padre quien las matara y escaparon de la ciudad cada una por diferente camino. Posteriormente, cada una de ellas fue apresada y fueron martirizadas en diferentes sitios.
impresionado ante la fortaleza de las niñas y encontrándoles un extraño parecido con su esposa, indagó su origen, y llamando a Calsia, las reconoció como sus hijas. Se entabló entonces una lucha en su corazón entre el amor de padre y la autoridad de juez: tenía ahora mayor empeño en convencerlas y les suplicó con todo cariño que sacrificasen a los dioses; su madre intentó también con lágrimas persuadirlas, pero nada consiguieron. El padre, enfurecido, renovó las amenazas concediéndoles un día de plazo para decidirse a adorar a los ídolos o morir. Las nueve hermanas convinieron en evitar el crimen de que fuese su propio padre quien las matara y escaparon de la ciudad cada una por diferente camino. Posteriormente, cada una de ellas fue apresada y fueron martirizadas en diferentes sitios.
Quiteria se retiró a la soledad de un monte, donde vivió algún tiempo en oración. Pero recibió un anuncio de un ángel del Señor que le ordenó volver a la casa de sus padres. Volvió a Balcagia y al entrar en el Palacio de su padre, éste la recibió con gran admiración y gozo; procuró persuadirla de que se casase diciendo que tenía ya persona digna, el rico y noble Germano. Quiteria contestó: “padre mío, no tengo que entregarme a esposo en la tierra, porque el mío es el Rey del Cielo, Cristo Jesús, al que amo con todo mi corazón y Él me ama tanto que dio su vida por mí”.
Enojado el padre, avisó a Germano de esta resolución diciéndole que para vengar tal agravio, le cortasen la cabeza. Pero Quiteria consiguió escaparse, saliendo de noche.
Un ángel del Señor indicó a Quiteria el camino a seguir, y la Santa llegó hasta los Montes de Toledo, donde el ángel también le había dicho que recibiría la Palma del Martirio.
Pero hasta aquéllas lejanas tierras consiguió llegar Germano. Sabiéndose Quiteria perseguida, mientras caminaba por un valle cercano a Marjaliza (Toledo), se escondió en el hueco de un árbol y dijo a un pastor que había por allí que si preguntaban por ella, no la descubriese. Se refugió la santa doncella y al poco llegó el cruel Germano, y preguntó al pastor y éste dijo que no había visto a nadie, pero con el dedo señalaba el refugio. Entonces, Germano descubrió a Quiteria y cogiéndola de sus preciosos cabellos, mandó que le cortasen la cabeza. Quiteria oró al Señor diciendo: “Recibid Señor mi alma, librad de las enfermedades a los que se valiesen de mi patrocinio”. Y una voz del Cielo le respondió: “Así te lo ha concedido en la gloria Dios, como tú lo has pedido en tu martirio”. La Santa hinca las rodillas en el suelo, fija el corazón en el Cielo y entrega el cuello al cuchillo.
Hizo bastantes milagros, comenzando por el pastor, ya que al ser descubierta Quiteria, sus perros rabiaron y le hicieron varias heridas. El pastor se arrodilló delante de ella y ésta le perdonó y le mandó que se lavase las heridas con el agua de la fuente que hizo brotar la Santa. Es invocada como abogada contra la rabia (la hidrofobia).
La fiesta de Santa Quiteria se celebra el 22 de mayo, día en que sufrió el Martirio en torno al año 130.
Algunas hermanas de Santa Quiteria también son muy veneradas, como Santa Marciana, el 12 de julio; Santa Marina, el 18 de julio; Santa Librada, el 20 de julio; y Santa Victoria (también llamada Rita) el 17 de noviembre, en compañía de San Acisclo.
Información obtenida de:
“Historia de Santa Quiteria, Virgen y Mártir” (1972), de la Hermandad de Santa Quiteria de Fuente el Fresno (Ciudad Real), copiada del Breviario de Toledo en 1898.
“Leyendas de Galicia y Asturias” (1995), de Francisco Caudet Yarza.
- En Albalate se canta la siguiente coplilla:
"Santa Quiteria bendita,
la tenemos que casar,
con San Gil de Arrancacepas,
"quisió" que resultará".
La imagen de Santa Quiteria permanece todo el año en su ermita, situada a poco más de 2 Km. del casco urbano de Albalate, a una altitud de más de 900 m. El día de la Cruz, el 3 de mayo, los vecinos suben por la tarde hasta la ermita y bajan la imagen a la parroquia. Aunque la iglesia celebra la santificación de Santa Quiteria el 22 de mayo, en Albalate la romería se ha celebrado siempre el domingo siguiente a esta fecha.
A las nueve y media comienza la romería camino del cerro. Antes de comenzar la procesión es tradición montar a los niños pequeños en las andas de la Virgen y dar una vuelta a la plaza, en torno al rollo. El recorrido comienza bajando las cuestas del pueblo por la calle de las Eras y de San Juan hasta llegar a las afueras, donde la procesión enfila ya la cuesta del cerro. Una de las peculiaridades de esta romería es que la imagen es llevada por las mujeres. Sólo en el tramo más empinado de la cuesta algunos hombres toman el relevo en los banzos de las pequeñas andas. No hay en Albalate una cofradía de Santa Quiteria, son los fieles y devotos de la santa los que se encargan de llevar la imagen en procesión.
Ermita de Santa Quiteria Albalate de las Nogueras |
El camino hacia la cima del cerro asciende empinado entre olivares. Desde primeras horas de la mañana está subiendo gente. Algunas personas mayores deciden adelantar camino a la procesión y subir a su ritmo, cuando aún no hacía tanto calor. Al borde de la cuesta esperan algunas personas que se van incorporando a la comitiva que sube cantando. Son canciones a la Virgen María que, entonadas en las voces femeninas de las mujeres, ponen un punto de emoción en las gentes de Albalate.
Ermita de Santa Quiteria Albalate de las Nogueras |
Una vez en el cerro, comienza la Santa Misa en la explanada de la ermita. A continuación comienza ya el esperado reparto de caridad, los panecillos de anís que voluntariamente ofrecen algunas familias, las típicas rosquillas de sartén que, las mujeres de la Asociación Cultural Bombarrá, se han pasado la tarde anterior a la romería haciendo en las cuevas de La Tercia, y refrescante vaso de zurra a cambio de la voluntad de los feligreses, que luego servirá para el arreglo y conservación de la ermita y la imagen de la santa.
El olor a anís de los panecillos que con los aromas de los tomillos, y por el entorno de la ermita circula ya algo mucho más sabroso: las primeras chuletas se están asando ya en la lumbre, es el momento del almuerzo, los albalateños, por cuadrillas, se apuntan a un almuerzo campestre, esta vez lejos de las labores diarias del campo, los botillos circulan de mano en mano y el vino refresca las gargantas.
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