Victoriano Valero García
Otoño del 2011
Conscientes del terreno resbaladizo y altamente especializado por el que vamos a caminar y viendo que los poseedores de calzado apropiado no aparecen por el lugar, trataremos de hacer de cronista de hechos ciertos con algún apuntamiento que venga al caso.
Estos nuestros antepasados torralbeños demostraron ser laboriosos en varias facetas, pero en la que sobresalieron fue en el arte de la arquitectura; así nos consta que levantaron Castillo, Palacio con sus jardines, magnífica Iglesia, notables Ermitas, infinidad de Cuevas, explotaciones mineras y amurallaron su poblado; pero los jodidos, la misma habilidad demostrada para levantarlos la tuvieron para derribarlos y como si se hubieran arrepentido de su creación, la tomaron con su obra y en la actualidad nos vemos con dificultades para poder encontrar dos piedras juntas, excepto en lo obrado que queda bajo el suelo, un esquinazo de Castillo-Fortaleza y en una ermita, para poder relacionarlos con el edificio al que pertenecieron, y de no ser por algún indicio arqueológico, literario, toponímico y últimamente fotográfico lo tendríamos difícil para tener constancia de que existieron.
La pobre Muralla que protegía a Torralba, de todas las obras mencionadas, fue la que sufrió mayor proceso de eliminación, una evolución que llevó no solo a que desapareciera cualquier indicio de la misma que se pudiera contemplar, si no a la de borrar de la memoria colectiva de sus paisanos su nombre de Muralla, ya que no he encontrado a ningún contemporáneo mío que recordara haber visto u oído alguna referencia a la misma, aunque últimamente vamos encontrando indicios que nos confirman la magnitud del enclave fortificado torralbeño en tiempos pasados.
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