miércoles

Los remates de las Torres de la Catedral


Por Rodrigo DE LUZ LAMARCA 
De la Academia de Artes y Letras de Cuenca. 


Cuenca, nº14-15 (segundo semestre 1978,
primer semestre 1979)
 
 Es difícil, a simple vista, en la actualidad, imaginar como pudieron ser las cubiertas de las tres torres que destacaban, del cuerpo inicial, en el edificio levantado entre los últimos años del siglo XII y primer tercio del siglo XIII. De los escasos restos existentes es casi imposible deducir la forma, y proporciones, que tendrían estos remates. Las sucesivas ruinas y demoliciones, a que ha sido sometido el templo, a lo largo de los tiempos, y las ampliaciones que se han ido acumulando en su contorno, impiden suponer cual sería su silueta original, en una primera inspección. 

Sin ninguna duda, para obtener cierta aproximación, habrá que recurrir a un proceso lento y minucioso que incluirá, además del estudio de viejos documentos en los archivos capitulares y de los textos con las descripciones de viajeros de tiempos pretéritos, el análisis de los estilos y corrientes históricas que vinieron a coincidir en su proceso constructivo. 

Es de esperar que de la suma de los datos obtenidos, en estos tres campos, será posible alcanzar una aceptable recreación de la forma primitiva. 

En un primer paso contamos con los restos del último cuerpo de la torre del Ángel, o del crucero, que sabemos presenta, en su interior, una forma octogonal. También, por fotografías de la fachada barroca, podemos comprobar que esta misma forma, octogonal, era la de las torres laterales, llamadas del gallo y la saeta. Como estos cuerpos finales, seguramente, eran la base de sustentación de las cubiertas, se induce que esta figura ochavada era característica en ellas. Más difícil resulta aventurar su altura y proporciones, o si estaban formadas por un sólo cuerpo o por composición de varios. En cuanto a las primeras hay que sospechar que sus constructores las obtendrían en función, no sólo del tamañode la iglesia, sino también, y con toda seguridad, refiriéndolas al macizo rocoso que sirve de base al edificio. Para ello pondrían gran cuidado en que, estos remates, armonizaran con el conjunto del magnífico paisaje que le rodea y que, además, sirvieran, en él, de hito y referencia para todo viajero que alcanzase a vislumbrarlos, desde grandes distancias, en la última etapa de su camino. 

Como ya se dijo, las proporciones de la construcción primigenia han quedado totalmente sumergidas por las edificaciones que se le han ido adosando, con el añadido de sucesivas dependencias y capillas. Sin embargo la observación desde puntos cada vez más distantes, en todo su contorno, y a todos los niveles, permite adivinar que estos remates deberían ser de considerables proporciones, y de un único cuerpo, para que su silueta se recortase en su ubicación; a media ladera sobre el abigarrado caserío y entre los montes que lo circundan. Su posición quedaría así perfectamente destacada, y jalonada, en el privilegiado asentamiento modelado por los dos ríos que confluyen en su base. Esta impresión sería particularmente grata a los viajeros que llegaran por la escarpada bajada del puerto de Contreras. Desde este punto se ofrece Cuenca en la lejanía y, no cabe duda, que las tres esbeltas agujas de su catedral, deberían contribuir a acentuar la belleza del paisaje, siendo una referencia, y la meta, para el cansado visitante. Todos estos factores debieron ser considerados por los consumados arquitectos del edificio. 

Resumiendo podemos concluir que las cubiertas de las torres, eran de forma octogonal, piramidal, de considerable altura y de un único cuerpo. Para concretar y precisar, aún más, su verdadera silueta, deberemos acudir a otras fuentes que nos descubrirán, así mismo, su técnica constructiva y los materiales que las formaban. 

Según podemos saber, por las publicaciones que se han dedicado a este monumento, en el libro de actas capitulares se hicieron sucesivas relaciones, con motivo de los incendios que se declararon en la torre del Ángel, que corresponden a las fechas 1432, 1509 y 1597.

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1 comentario:

Anna Genovés dijo...

Buena investigación, espero y deseo que obtengais todas las ayudas necesarias para la misma y -a ser posible- su reconstrucción.

Un saludo,

Ann@ Genovés

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