sábado

El perdedor, de Francisco Page (El Día 29/10/2011)

Hay guerras perdidas; por mucha artillería que utilices, la suerte está echada y solo cabe la resignación y el olvido. Soy de los que suelen perder batallas con facilidad y, en consecuencia, guerras; sin embargo, eso no me arredra, tampoco me insufla ímpetu: lo digo para que lo sepas. En realidad, soy como tú, igual que tú; un perdedor incansable que cada mañana se levanta a oscuras porque el sol anda de juerga por Grecia. Entonces me asomo unos minutos a la ventana para ver como clarea débilmente la grisura. A eso lo llamo esperanza; mejor ilusión, para evitar equívocos. Y es la ilusión lo que me mantiene a flote el resto del día; la ilusión y las pastillas contra la ira que me desayunan.
Después me aseo, bien, sin prisas y acudo al trabajo cuando las nubes apenas acariciadas por el dedo de la aurora se tiñen de rosa. La mañana es leve, casi siempre, salvo que algún ignaro quiera defender la nefasta política de María de los Dolores que hacen llorar y mucho. Luego vuelvo a casa por una carretera infecta de baches como lagunas. Pongo la televisión; sí, qué pasa, los dibujos animados, no puede el cuerpo con telediarios. La siesta suele ser reparadora; a esas horas he olvidado mi condición de fracasado y puedo dormir sin sueños o sin recuerdos que es lo mismo. La tarde transcurre aburrida entre esto y aquello. Luego, la cena frugal y el sueño reparador. Pero a veces me da un barrunto; entonces cargo la pluma con balas del ocho o me tengo que tomar otra pastilla.

Sigo sus colaboraciones, pero la de hoy tiene un "color" especial.

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