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EL REGIONALISMO PRE-DEMOCRÁTICO EN UNA REGIÓN SIN CONCIENCIA HISTÓRICA

EL REGIONALISMO PRE-DEMOCRÁTICO EN UNA REGIÓN SIN CONCIENCIA HISTÓRICA. LOS PRIMEROS BROTES REGIONALISTAS EN CASTILLA-LA MANCHA .(1)


JOSÉ ANTONIO CASTELLANOS LÓPEZ(2)
Universidad de Castilla-La Mancha

Introducción
A la altura de 1976 la estructura de poder político en el Estado español se debatía entre los estertores de una larga experiencia dictatorial y el advenimiento de un nuevo sistema político que se fijaba entre sus objetivos prioritarios el poner fin a una etapa de ausencia de libertades que agarrotaba al país desde bacía ya casi cuarenta años. En esa fecha de 1976 se sucedieron algunos de los más decisivos avances en ese proceso de cambio que llevaría a España desde un régimen autoritario hasta otro democrático, parlamentario, y pluripartidista. El nombramiento en julio de ese año de Adolfo Suárez como presidente del Gobierno, el inicio de conversaciones con las agrupaciones de la oposición democrática y la celebración en diciembre del referéndum de la Ley para la Reforma Política constituyeron los eventos más relevantes dentro de este proceso de reorientación política que afrontaba el país en esos momentos.
Este año de 1976 significó, igualmente, el comienzo del cambio con respecto a una de las más importantes problemáticas a las que tuvieron que hacer frente los rectores de la transición política en el país: la cuestión territorial; pues en esa fecha, y de forma simultánea al relanzamiento de los anhelos democráticos, surgen en España las esperanzas autonomistas. Al poco tiempo de fallecer el dictador, ante los nuevosrectores políticos del país se hace evidente el hecho de que en la etapa de transformaciones políticas que se avecinaba, el problema regional/nacional iba a ocupar un lugar más que destacado. Y desde muy pronto, asimismo, se percibió con claridad que esta cuestión no se iba a circunscribir de modo exclusivo a los casos catalán y vasco.
El centralismo de estricta observancia hizo crisis definitiva con la muerte del general Franco quien hizo de dicho centralismo «su medio predilecto de dominación»(3) Difunto el dictador, y puesta sobre la mesa la problemática del cambio de un régimen de inadmisible formato, los nuevos gobernantes que tomaron las riendas del país y los líderes de las formaciones políticas de la oposición democrática compartían siquiera una idea común: el sistema de organización territorial entonces vigente basado en el centralismo debía a todas luces ser reformado cuando no seriamente modificado.
Entre los más convencidos demócratas esta convicción era tan profunda que se hacía inimaginable la puesta en marcha de un sistema de libertades sin la materialización de una amplia descentralización autonómica. La conquista de la libertad política y el acceso a la democracia pluralista se identificaba claramente con el establecimiento de la autonomía.(4) Y, ciertamente, no existían territorios del Estado en que esta identificación descollara con más nervio que en Cataluña y el País Vasco. Al igual que sucedió durante la II República, el esfuerzo por resolver el problema regional en el nuevo sistema democrático volvía ser en gran medida un intento por solucionar los problemas catalán y vasco.
Ya en el primer semestre de 1976 el gobierno de Carlos Arias fue consciente de la conveniencia de dar algún tipo de salida a las reclamaciones catalanas y vascas. Resultado de esta inquietud fue la constitución de sendas comisiones que tendrían comoobjetivo estudiar la posible reimplantación de un régimen administrativo especial para las provincias de Vizcaya y Guipúzcoa e, igualmente, para Cataluña. La situación, no obstante, no estaba para informes dilatorios y al llegar Suárez al gobierno vio pronto claro que la problemática nacionalista exigía más determinación. El Ejecutivo Suárez en su declaración programática de julio de 1976 informaba de su propósito de institucionalizar las regiones en régimen de autonomía.(5) Fruto de esta idea fue el primer «texto-gesto» en relación con la cuestión regional y que se produjo, curiosamente no en relación con Cataluña, sino con el País Vasco. El Real Decreto-Ley de 30 de octubre de 1976 derogaba el Decreto-Ley de 23 de junio por el que cual las provincias de Vizcaya y Guipúzcoa habían sido despojadas de sus conciertos económicos.
Posiblemente lo menos relevante de la mencionada disposición mera su valor normativo-negativo. Lo significativo fue que en su preámbulo se mencionaba «la voluntad integradora de la Corona y su deseo de lograr la participación de todos los pueblos de España en el actual proceso político». Para Francisco Tomás y Valiente, la significación del Decreto es tal que no duda en situar en él, el comienzo del período autonómico.(6) Ejemplo de esta incipiente inquietud por lo regional lo constituyó, asimismo, la generalización ese año en buena parte del país de la práctica de conmemorar mediante algún tipo de gran concentración popular el «día» de la región, mezcla de acto político, de reivindicación de orgullo regional y de demostración folklórica y cultural.(7) La preocupación por lo regional quedaría fijada ese año en el lema principal que ondearían los participantes en las manifestaciones y movilizaciones por el progreso democrático en buena parte del Estado: «Libertad, Amnistía y Estatuto de Autonomía».
Dos años después, la configuración política del Estado español había sido sometida a una transformación sorprendente en relación a la situación existente en 1976. A finales de 1978, el país había visto como se legalizaban los partidos políticos, se celebraban las primeras elecciones democráticas desde hacía más de cuarenta años, y como el pueblo español había dado su consentimiento a un texto constitucional que -consensuada por la gran mayoría del espectro político estatal - propugnaba de manera explícita como valores superiores de su ordenamiento jurídico «la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político»(8)
En ese bienio las mutaciones puestas en marcha en relación a la organización territorial del Estado habían sido, igualmente, de un enorme calado, convirtiéndose en parte fundamental del aludido proceso de cambio. En este tiempo, el gobierno Suárez eliminó el ordenamiento jurídico que hasta entonces habían estado reprimiendo los hechos diferenciales existentes en determinados territorios del Estado; a la vez que se resolvía poner en funcionamiento un entramado descentralizador, el de las preautonomías, que imaginado en un primer momento para satisfacer los deseos autonomistas de determinadas regiones del país, acabaría por difundirse a todo el Estado (el famoso "Café para todos") poniendo los cimientos de lo que sería la generalización autonómica. La Carta Magna, a través del Artículo 2 y de su Título VTII sería la encargada de ratificar jurídica y solemnemente esa situación.
El último de esos entes preautonómicos en constituirse en noviembre de 1978 fue el de la región castellano-manchega. En 1976 ningún puente de unión en especial, mera de la compartida miseria, parecía unir a las provincias de Albacete, Ciudad Real,Cuenca, Guadalajara y Toledo. Dos años después, estas cinco provincias estaban embarcadas en un proyecto político común denominado Castilla-La Mancha, - aunque de manera oficial la designación por entonces sería la de región castellano-manchega -una nueva organización político-institucional que habría de guiarlas en su andadura por el democrático e inexplorado Estado de las Autonomías. La presente comunicación se fija como objetivo primordial el analizar cuáles fueron los principales eventos que marcaron esta etapa de recuperación democrática y de gestación regional justamente en ese año de 1976 en el que el sistema institucional

1. La reunión de Mota del Cuervo: los procuradores franquistas prefiguran la región.
No obstante la escasa entidad de la que adolecieron las diferentes iniciativas autonómicas llevadas a cabo en las que habrían de ser futuras provincias castellano-manchegas a lo largo de esta etapa inicial del proceso democratizador, las primeras muestras de interés por el tema regional en las cinco provincias asoman ya a los pocos meses del fallecimiento de Franco, es decir, de forma sincrónica a como acontecería en otras áreas del Estado. El hecho de que la inquietud por lo regional brotara de forma paralela en la mayoría del territorio estatal es un indicio lo suficientemente revelador de la importancia que lo autonómico habría de tener en el devenir del proceso de cambio político.
En este sentido, resulta indudable que el nivel reivindicativo, de organización y movilización social en estas provincias fue mucho menor que el alcanzado en otras zonas del país como Cataluña, País Vasco, Galicia o Andalucía. Es más, si alguien se atreviera a proclamar con rotundidad que todos esos elementos se hallaron ausentes en el caso de Castilla-La Mancha no se extraviaría mucho de la realidad. Sin embargo, yconstituyendo esta circunstancia un hecho difícilmente cuestionable, no lo es menos que en los primeros meses de 1976 -ciertamente en contextos muy delimitados- se originan los primeros signos de interés por el tema regional en estas provincias.
En esas fechas, por ejemplo, en buena parte de los diarios de la futura Comunidad Autónoma ven la luz los primeros artículos y editoriales que fijan su atención en el incierto porvenir regional que aguardaba a estas provincias. Pero si en el plano de lo teórico - de la mano de la siempre minoritaria y poco atendida intelligentsia regional - el tema no tardó en ocupar un espacio en los medios de opinión pública, en el apartado de lo práctico las cosas discurrieron de forma más pausada. Posiblemente, la primera llamada de atención sobre la problemática realizada por un representante de un organismo oficial la constituyeron unas declaraciones efectuadas por el presidente de la Diputación de Ciudad Real, Fernando de Juan y Díaz de Lope-Díaz en enero de 1976 al programa de Radio Nacional, España a las ocho en las que se mostraba partidario de «la unión de las cuatro provincias manchegas para lograr la óptima administraciones de nuestros recursos al haber quedado estrecho el marco administrativo y económico de la provincia».(9)
En los meses siguientes se sucederían los tímidos gestos regionalistas en las provincias consideradas manchegas. En marzo las cuatro provincias manchegas acuden de manera conjunta a la exposición Alimentaria 76 celebrada en Barcelona. El 7 de abril se reunía en la localidad conquense de Mota del Cuervo la ponencia Comarcas homogéneas del Consejo Económico-Social Sindical de La Mancha, tratándose en esta reunión por primera vez en sus varios años de existencia el tema regional. El ponente responsable, Eugenio Molina Muñoz, subrayó la necesidad de «definir, potenciar y esclarecer la Región y reconocer el hecho regional»(10). El día 24 de ese mismo mes deabril, de nuevo desde Ciudad Real, se insistía en la conveniencia de poner las bases de un proyecto regional manchego. Ese día tenía lugar en el Gobierno Civil de esta provincia una reunión para el estudio de La Mancha como región bajo la presidencia del Gobernador Civil, Eduardo Ameijide, y a la que acudieron, igualmente, Fernando de Juan y Díaz de Lope-Díaz, presidente de la Diputación Provincial, y Ángel García Cuesta, delegado provincial de Sindicatos. En el encuentro se insistió en que las provincias manchegas debían sumarse a la dinámica regionalista con el objetivo de escapar de la marginación y el subdesarrollo que venían padeciendo. (11)
Tan sólo dos días después, y nuevamente en el municipio de Mota del Cuervo, tendría lugar el que habría de constituirse en principal hito del regionalismo castellano-manchego pre-democrático. El día 26 de abril atendiendo a las invitaciones de los cinco presidentes de las Diputaciones de Albacete, Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara y Toledo, y con la idea de concretar las propuestas anteriores en fórmulas reales de actuación, se reunían en el mesón Don Quijote de la mencionada localidad conquense un buen número de los procuradores en Cortes -con independencia del motivo u origen por que ocupasen escaños en ellas- vinculados a las citadas provincias.(12) La reunión se había previsto para el día 26 de marzo, pero a última hora hubo de ser aplazada al día 26, pero de abril. Los procuradores en Cortes de las cinco futuras provincias castellano-manchegas asistían a ella dispuestos a debatir con amplitud los planteamientos regionalistas y de descentralización administrativa que hasta el momento se habíanvenido produciendo y no sólo a nivel de declaraciones políticas, sino de decisiones concretas de Gobierno. (13)
Cinco provincias fueron las asistentes. Hasta ese momento todas las citas y referencias aludían a formulaciones regionales circunscritas a las cuatro provincias que, geográfica y tradicionalmente, eran consideradas manchegas. La incorporación de Guadalajara suponía una novedad de un considerable alcance, pues implicaba una prefiguración de la futura Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha. No obstante su presencia, las declaraciones del presidente de la Diputación alcarreña fueron igualmente reveladoras respecto al posicionamiento en el que se instalaría Guadalajara respecto al proyecto regional de las cinco provincias. Según Francisco López de Lucas su presencia en la reunión había sido en calidad de mero "observador". (14) Desde Guadalajara costaba apreciar como propia la plena implicación con unas inquietudes y anhelos regionalistas en las que el mancheguismo parecería ser la nota predominante.
Y si la inclusión de la provincia alcarreña se revestía de una evidente significación, la ausencia final de Madrid no la tema menos. Entre reunión suspendida y reunión aprobada, se había decidido invitar al presidente de la Diputación madrileña, Martínez Emperador. Este aceptó, pero a última hora hubo de excusar su asistencia debido a que la segunda reunión coincidía en el tiempo con la toma de posesión del nuevo alcalde de la capital del Estado, y finalmente, el presidente de la Diputación madrileña decidió no acudir. Pero el tema madrileño y su hipotética inclusión en futuras reuniones ocuparon buena parte de la reunión de Mota del Cuervo (15). A preguntas de los periodistas, los presidentes de las Diputaciones vinieron a coincidir en señalar que laincorporación de Madrid no se excluía desde un principio, aunque dependería de lo que pensaran sus propios procuradores. (16)
La escasa presencia de procuradores albacetenses -sólo asistió el presidente de la Diputación Daniel Silvestre Moróte- también llamó la atención en determinados ámbitos, pues hizo pensar a más de uno que esa exigua representación era fruto del desinterés de dicha provincia por formar parte del proyecto regional manchego. La alternativa murciana parecía esconderse detrás de esas dudas regionalistas de Albacete, hasta entonces una de las pioneras en la constitución regional. (17) Días después de celebrarse la reunión el propio Daniel Silvestre y algunos de los procuradores ausentes intentaban justificar lo sucedido. Según el presidente de la Diputación se había producido un equívoco en la citación que había derivado en una confusión que había impedido llamar con antelación al resto de sus compañeros (18). La explicación del resto de procuradores parecía ser algo diferente. Mientras Ricardo Fernández confirmaba la llegada a destiempo de la notificación como excusa, Gonzalo Botija Cabo declaraba que él no había sido convocado y que desconocía qué organismo había promovido la reunión. (19)
En realidad todas estas disquisiciones acerca de la presencia de unas u otras provincias en esta reunión de Mota del Cuervo no eran sino ramificaciones de una misma cuestión: la composición territorial de ese hipotético ente regional sobre el que entonces se empezaba a discutir(20). La presencia de Guadalajara sorprendía a algunos, la ausencia momentánea de Madrid no dejaba de ser llamativa para otros. Uno de los titulares de la crónica periodística que el rotativo conquense El Banzo hizo de la reuniónreflejaba con una expresividad inigualable cuáles eran los condicionantes que respecto a la adscripción provincial determinaban el entonces incipiente movimiento regionalista. Condicionantes que estarían llamados a marcar el transcurso del proceso autonómico castellano-manchego aún durante muchos años: «Tres pilares firmes, Ciudad Real, Cuenca y Toledo. Albacete, deshojando la margarita entre La Mancha y el Sureste. Guadalajara a la expectativa. Y, al fondo Madrid» (21). Resulta casi imposible sintetizar de mejor manera las pautas que marcaron el debate respecto a la integridad territorial castellano-manchega. En una fecha tan temprana como 1976, aún sin democracia, cuando era mucho el camino aún por recorrer para concluir la concreción institucional de la que habría de convertirse en Castilla-La mancha; algunos ya tenían claro cuáles iban a ser los parámetros en qué se iba a mover dicha problemática.
Pero como era de esperar no sólo la composición territorial -provincial- de la balbuceante región fue objeto de discusión y debate. La otra gran cuestión pendiente era la relativa a la propia denominación de esa nueva región a la que se quería dar forma. En la declaración institucional efectuada por los reunidos en Mota del Cuervo -a la que en seguida se hará referencia- se detecta, en este sentido, una laguna a todas luces significativa. Y es que en ningún momento los procuradores firmantes del manifiesto regionalista llegaron a pronunciar el nombre de esa región que decían estar promoviendo, de tal forma que se llegaba a hablar de "otras regiones" sin llegar a establecer en primer lugar cuál era la Región que generaba ese concepto de alteridad. Cuando los procuradores hablaban de la zona que pretendían defender hacían referencia a «nuestras provincias» o «entidades locales», sin designar nunca un nombre propio de región.
El motivo de que esto mera así es fácil de entender si se atiende al origen territorial de los congregados en la localidad conquense. La presencia en la reunión de representantes de Guadalajara sería decisiva en este sentido. Si a Mota no hubiese acudido nadie en representación de la provincia alcarreña, es altamente probable que no hubiera existido el menor inconveniente en hacer uso del concepto de La Mancha y/o región manchega. Pero con Guadalajara presente, la cosa cambiaba. Cualquier alusión del estilo de las referidas habría sido con toda seguridad inaceptable para los alcarreños allí presentes. La polémica que surgirá en fechas posteriores respecto a la denominación del ente autonómico en la provincia alcarreña avalaría esta afirmación. En 1976, intentar poner un nombre a lo que no era más que un ideal en pañales no habría sido más que causa de disputa y desacuerdo. Por eso se hace comprensible la utilización de locuciones neutras como «estas», «nuestras» o las «citadas» provincias.
La gran variedad en los titulares de los medios de comunicación de las distintas provincias que informaron del evento, supone una buena muestra de la determinación que por entonces se vivía en las cinco provincias respecto a la denominación del ente que habría de concretar ese nuevo y aún difuso proyecto regional. De tal manera, mientras el diario ciudarrealeño Lanza hablaba de una reunión de «las provincias manchegas más Guadalajara» (22), y el rotativo conquense El Banzo anunciaba llegada «la hora de La Mancha» (23); en Guadalajara el semanario alcarreño Flores y Abejas titulaba «Guadalajara con Castilla ante el proceso regionalista» (24), y Nueva Alcarria por su parte optaba por interrogarse sobre « ¿Un estatuto para la región Centro?» (25). Desde algún medio de difusión nacional como el diario Pueblo, que también se hizo eco de la reunión, la noticia era contemplaba desde otro enfoque: «Los procuradores de Castilla la Nueva, oposición a los conciertos económicos» (26) titulaba el periódico madrileño. Como puede verse, versiones para todos los gustos, parciales, muy subjetivas, que en buena medida más que informar con precisión, ayudaban a propagar la confusión sobre un proyecto político que en aquellos momentos adolecía aún de formas más que difusas.
Dejados de lado, pues, posibles motivos de controversia como a buen seguro habría sido el de la designación regional, los participantes en la reunión hicieron pública una declaración pública en donde recogieron por escrito las principales conclusiones y acuerdos a los que habían llegado tras la finalización de la misma. La que ha sido conocida como «Declaración Regional de Mota del Cuervo» se componía de cinco puntos, por medio de los cuales los procuradores en Cortes decían querer elevar a la consideración del Gobierno sus reflexiones sobre la cuestión regional a raíz de los últimos acontecimientos ocurridos sobre esta materia en el país.(27)
En realidad los dos primeros puntos no eran sino una proclamación de ideales, de valores ideológicos. Los tres restantes contenían lo más sustancioso de la declaración y en ellos residía la verdadera carga regional del manifiesto. El primer punto consistía en una clara «reafirmación de la unidad nacional» que en palabras de los procuradores no podía ser «debilitada por ningún separatismo, ni por fórmulas de Estado de tipo federal». Los procuradores aprovechaban esta ferviente manifestación patriótica para rechazar el término nacionalidades, posteriormente recogido en la Constitución. En el segundo punto, por el contrario, los firmantes alababan la «variedad regional de España» en virtud de la cual se declaraban partidarios de «favorecer las peculiaridades regionales».
El tercer punto bajaba ya al terreno de lo práctico, al constituirse en una defensa de la descentralización administrativa en favor de las distintas entidades locales con el objetivo de «acercar las soluciones a los problemas y favorecer la participación popular en los asuntos que más directamente afectan al pueblo». En consecuencia se solicitaba al Gobierno una acción política en esa dirección, que debía ser «concebida con carácter general y no discriminatoria en favor de ninguna provincia o Región». Los puntos cuarto y quinto, formaban parte de una misma idea.
El punto cuarto era una llamada de atención sobre la difícil situación económica en la que vivían esas provincias, acompañada por la petición de una política de desarrollo regional más equilibrado. Teniendo en cuenta este hecho, los procuradores expresaban su alarma ante las «noticias de posibles conciertos económicos, precisamente con las provincias de mayor desarrollo o ingresos» lo que condenaría a esas provincias a seguir viviendo en el atraso.
El punto quinto y final, servía para rechazar con firmeza la puesta en marcha de los mencionados conciertos económicos «que rompen la solidaridad nacional y acrecientan los desniveles de renta», y para propugnar, en el caso de que el Gobierno se decidiera finalmente por acometer esa política de conciertos económicos, que esas mismas prácticas se aplicasen con las provincias representadas por ellos, y en unos términos que permitieran la redistribución de rentas.
Si se analiza con una mínima atención el documento hecho público en Mota, se llega a la rápida conclusión de que éste no es sino la primera gran exposición de lo que en un futuro habrían de convertirse en algunos de los principales elementos justificadores y definidores del regionalismo castellano-manchego: la conservación a ultranza de la unidad nacional y la formulación de la idea de la descentralización adrninistrativa como instrumento ideal de desarrollo. Y por último la existencia de una idea regional en negativo, es decir, la defensa de un regionalismo propio como contraposición y reacción ante el auge de movimientos de carácter regionalista-nacionalista mucho más asentados en el panorama estatal, como pudieran representar los casos catalán y vasco. Toda la reclamación en relación a los conciertos económicos enlaza directamente con esta idea.
En esta dirección, la reunión de Mota del Cuervo encuentra claros paralelos en acontecimientos producidos en otros territorios del Estado, caracterizados también por no poseer una marcada conciencia regional, y en donde los procuradores franquistas se congregaron, asimismo, con el objetivo de reivindicar los derechos de las provincias a las que representaban y manifestar sus recelos ante posibles tratos de favor a otras regiones.
La reunión y/o acuerdo de Tordesillas supone un excelente ejemplo de ello. El 16 de febrero de 1976 se reunían en el hotel Molinico de Tordesillas (Valladolid) treinta procuradores en Cortes representantes de once provincias: las actuales castellanoleonesas, más Santander y Logroño. Tras seis horas de reunión se presentó a la prensa un comunicado en el que el tema estrella, al igual que en Mota, fueron los conciertos económicos. Los procuradores congregados en Tordesillas se mostraron partidarios de la generalización de dicho sistema propugnando, además, la adopción con anterioridad al establecimiento de dichas medidas, de las disposiciones legales necesarias que garantizaran «el libre acceso a los mismos de todas las provincias, la igualdad en el trato jurídico-financiero, y la equidad en relación con las diversas situaciones de rentara y solidaridad». (28)
Hay que recordar en este sentido, que ambas declaraciones se producen en una coyuntura en la que el tema regional estaba cobrando especial vigor sobre todo endeterminados territorios del Estado en los que se reclamaba la devolución de antiguos privilegios fiscales y la reconstitución de singularidades autonómicas disfrutadas con anterioridad. Una situación a la que los gobiernos de la Monarquía, en su deseo de minimizar la conflictividad de origen nacionalista, no pudieron permanecer ajenos. De tal manera, en febrero de 1976 el gobierno aprobaba la creación de una Comisión que debía estudiar un régimen especial para las cuatro provincias catalanas.(29) Tan sólo seis meses después, concretamente el 30 de octubre, un Real Decreto-Ley devolvía la autonomía fiscal y reinstalaba el sistema del concierto en las provincias de Vizcaya y Guipúzcoa. (30) Los motivos de fondo que ocasionaban los temores de los procuradores de ambas castillas no eran infundados.
Al final de la declaración de Mota del Cuervo los procuradores decían constituirse en comisión permanente para dar cauces y respuestas a los problemas planteados en dicho manifiesto. En el mismo sentido, los presidentes de las cinco diputaciones declaraban su intención de componer un equipo permanente de trabajo, cuya primera misión sería fijar un temario como orden del día de la siguiente reunión.(31) Este próximo encuentro al parecer había quedado fijado para el día 24 de mayo y se había decidido que mera de nuevo en Mota del Cuervo, al ser esta localidad un punto equidistante.(32)

2. La Región centro o ¿qué hacer con Madrid?
No obstante, la realidad pronto se encargó de demostrar la escasa solidez de estos planes de continuar con la labor iniciada en Mota Ninguna nueva reunión diocontinuidad a lo establecido en la localidad conquense, teniendo que esperar a la llegada de la democracia para que algún movimiento regionalista de entidad en las cinco provincias fuese activado de nuevo. Pero antes de que eso sucediese, aún dentro de la etapa predemocrática y de la mano del Gobierno central, todavía habría de llegar alguna iniciativa más que pondría de nuevo el tema regional sobre el tapete público de las futuras provincias castellano-manchegas.
En este sentido, el 24 de agosto de 1976 se publicaba la orden de 31 de julio del Ministerio de la Presidencia por la que se creaba la Comisión Gestora para el desarrollo socioeconómico de la Región Centro integrada por las provincias de Madrid, Toledo, Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara, Ávila y Segovia, (33) delimitación coincidente con la establecida en la reordenación territorial llevada a efecto en noviembre de 1973 (Ver Mapa 1). En el preámbulo de la mencionada orden se recogían los motivos que habían llevado al gobierno a la creación de esta Comisión. (34)
Según el decreto, tanto el fenómeno metropolitano de Madrid como la influencia que el mismo ejercía sobre su entorno, establecían un ámbito geográfico con las suficientes afinidades naturales, históricas y socioculturales como para ser merecedor de un específico programa de desarrollo socioeconómico. También se entendía que este ámbito territorial, si bien no coincidía con la tradicional delimitación regional, sí se aproximaba más al concepto moderno de región como territorio capaz de formular y protagonizar un crecimiento autosostenido y singular, a la vez que integrado en los grandes planteamientos territoriales y socioeconómicos nacionales.

Mapa 1.- Configuración Territorial de la Región Centro
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos
contenidos en la Orden de 31-07-1976

En esta dirección los redactores de la orden estimaban, que con independencia de sus funciones como capital de la nación, el Área metropolitana de Madrid no estaba cumpliendo hasta entonces la misión que como metrópoli regional le correspondía, y que no era otra que prestar al resto de su sistema territorial los servicios propios y exclusivos de su jerarquía urbana y en irradiar al mismo los efectos del desarrollo. Esta carencia estructural habría provocado una excesiva concentración residencial, industrial y de servicios en el Área Metropolitana y un creciente despoblamiento regional.(35)
A juicio del Subsecretario de la Presidencia y del Director General de Acción Territorial y Medio ambiente -verdaderos hacedores de esta directriz gubernativa- esteconjunto específico de problemas y posibilidades, junto a la consideración de los recursos de población, y de los factores físicos y técnico-económicos que concurrían en la región, aconsejaban la creación de un órgano administrativo encargado de estudiar, programar y coordinar las acciones necesarias a fin de conseguir un desarrollo integrado entre sus comarcas y provincias, coordinado con los planteamientos nacionales. (36)
Si se tienen en cuenta estas consideraciones se podrá entender las limitaciones del proyecto gubernativo en lo que a contenido regional se refiere. Como apuntaba con claridad un rotativo toledano semanas después de que la orden viese la luz, en esta orden no se trataba de regionalismo, sino de descongestión de Madrid. (37) Lo que realmente dejaba traslucir esta formulación de región Centro ideada por el Ejecutivo de Suárez no era sino una limitada planificación tecnocrático-administrativa cuyo principal objetivo consistía en intentar hacer compatible el desmesurado e incontrolable crecimiento de la capital del Estado, con el desarrollo de las provincias que la circundaban. Cualquier atisbo de autonomía política, de verdadera regionalización o descentralización brillaba por su ausencia.
Dentro de este regionalismo descafeinado que se intentaba promover con esta región Centro, la arbitrariedad en la composición territorial del proyecto se convirtió pronto en el principal factor que motivo que tal posibilidad fuese rechaza tanto en las provincias del norte del sistema central como en las del sur (38). Por lo que respecta a Ávila y Segovia, su inserción en la región Centro suponía implicarlas en un proyecto que gravitaba en torno a Madrid, y que no era contemplado con bueno ojos por todos aquellos que propugnaban su vinculación al proyecto regional castellanoleonés (39). En determinados ámbitos de la futura región castellano-manchega como Ciudad Real, endonde el sentimiento mancheguista estaba más desarrollado, el que se hubiera prescindido de La Mancha como unidad geográfica al quedar descolgada Albacete, era un hecho que también llamaba la atención. (40)
De hecho desde la propia provincia de Albacete, desmontada en el proyecto gubernativo pronto se intentó revertir esta situación. En octubre de 1976, el presidente de la Diputación provincial, Daniel Silvestre, decidía presentar una moción sobre la inclusión de Albacete en la región Centro, al considerar que Albacete por sus características, «con evidentes analogías respecto de las provincias que ya pertenecían a ¡a Comisión» debía integrarse en la misma. (41) Lo llamativo de la moción que Silvestre presentaría al pleno de la Corporación provincial era que trataba de conseguir que se aprobase la solicitud de ingreso en la región Centro, aunque sin abandonar la región Sureste (Albacete, Murcia, Almería, Alicante), a la que hasta entonces pertenecía Albacete.(42) El comportamiento del entonces presidente de la Diputación albacetense es bastante revelador pues en realidad constituía una anticipación de lo que sería una constante entre buena parte de los políticos y responsables públicos albacetenses a lo largo de todo el proceso autonómico castellano-manchego: el desenvolvimiento entre dos aguas, la opción del Sureste, con el tiempo concretada en Murcia; y la opción manchega, finalmente materializada en Castilla-La Mancha.
Aparte de las disquisiciones sobre la composición territorial del proyecto de región Centro, el plan gubernativo fue merecedor de otras críticas. A muchos les llamó la atención la escala representatividad de la Comisión Gestora, más aún, cuando se estaba a las puertas de la democracia: de sus cerca de cuarenta miembros, sólo catorce, entre presidentes de la diputación y alcaldes eran elegidos -si se puede utilizar ese ténnino en un régimen aún no democrático- y tanto el presidente como el gerente eran nombramientos atribuidos a Madrid.(43) En general se puede decir que la creación de ese simulacro regionalizador que fue la región Centro fue contemplado desde la más absoluta indiferencia. Como señalaría Pedro Peral, colaborador del ciudarrealeño Lanza, muchos de los habitantes de las provincias afectadas por la orden ministerial estaban «demasiados acostumbrados a la creación de comisiones, juntas, consejos y demás zarandajas, en las que nos insertan en plano interprovincial, sin que hasta ahora hayamos logrado ningún beneficio».(44) La inclusión de Madrid, además, no podía dejar de ser contemplada con recelo ya que no eran pocos los que mantenían que «mientras no se demuestre lo contrario el pez grande se come al chico» (45)
Conclusiones
Tanto la reunión de Mota del Cuervo, como lo proyectado por el Gobierno en relación a la Región Centro habrían de tener escasas repercusiones efectivas en lo que al impulso del regionalismo en las futuras provincias castellano-manchegas se refiere. El que ambas iniciativas tuviesen lugar aún en época predemocrática es un factor que tuvo mucho que ver en esto. De tal manera, de unas figuras políticas como los procuradores en Cortes - que no se habían ocupado durante décadas en defender los intereses reales de las provincias que decían representar - poco se podía esperar a la hora de conseguir avances sustanciales en un terreno tan espinoso entonces como era el regionalismo; y más en un territorio como el de esas cinco provincias donde la conciencia regional si brillaba era justamente por su ausencia. De un proyecto, como la región Centro, insustancial, vacío de contenido, y para más inri, diseñado desde, por y para Madrid, tampoco cabía esperar mucho.
No obstante, ambas iniciativas poseen una indudable significación en la medida en que anticiparon fenómenos y evoluciones posteriores de la cuestión regional castellano-manchega. De tal manera, el proyecto de región Centro puso sobre la mesa el que habría de convertirse en uno de los principales problemas a la hora de configurar la futura autonomía, como sería el debate en torno a la inclusión de Madrid, pues el mencionado proyecto no era sino una defensa explícita y en toda regla de los criterios de polarización como criterio fundamental a la hora de estructurar territorialmente las regiones. Criterios que de haberse aplicado podrían haber acabado con la integración de Madrid en la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha.
Por lo que respecta a la reunión de Mota del Cuervo, su valor, en tanto que prefiguración de buena parte de los conflictos que enmarcarían el devenir de la autonomía castellano-manchega en los años siguientes, es asimismo incuestionable. En Mota surge ya el tema de Madrid, las dudas de Albacete y Guadalajara, la contraposición entre lo castellano y lo manchego, se plantean también algunos de los que serían principales argumentos y justificaciones regionalistas... se pusieron sobre la mesa, en fin, algunos de los temas axiales que habrían de caracterizar el desarrollo pohtico-institucional en esta incipiente región hasta su definitiva consolidación institucional en 1983.

Antonio Fernández-Galiano Fernández
Profesor. Político

Barcelona, 1926 - Madrid, 1999

Primer presidente a la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.

En su carrera política, (y dada la íntima conexión, desde varias generaciones, de su familia con la provincia de Guadalajara), los inicios aparecen en la etapa democrática, habiendo resultado elegido Senador por la provincia de Guadalajara en las legislaturas de 1977 y 1979, perteneciendo, en esta segunda, a la Diputación Permanente del Senado. Fue subsecretario del Ministro de Educación y Ciencia (1977-78) y gran impulsor de la idea de la creación de la Región Autónoma de Castilla-La Mancha, de la que fue elegido primer Presidente de la Junta de Comunidades, en diciembre de 1978, cargo del que dimitió en enero de 1982.
En su aspecto profesional, es doctor en Derecho, y licenciado en Filosofía y Letras, sección de Filosofía. Ha sido catedrático de Filosofía en Institutos de Bachillerato y de Economía en Escuelas de Ingeniería Industrial. Es catedrático de Derecho Natural y Filosofía del Derecho, actualmente en la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Ha ocupado también diversos cargos de responsabilidad en el área de la educación, habiendo sido vicesecretario general del Consejo Nacional de Educación, vicerrector de la Universidad Complutense, vicepresidente de la Comisión Gestora de la Universidad de Alcalá de Henares y Secretario de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense. Asimismo, es profesor extraordinario de Filosofía del Derecho en la Universidad Católica de la Plata (Argentina). Autor de numerosas obras y artículos de su especialidad, destacan las varias ediciones de su “Introducción a la Filosofía del Derecho” y “Derecho Natural”
Su perfil político nos dice que proveniente de la democracia cristiana, fue elegido senador en las listas de Unión de Centro Democrático (UCD) por la provincia de Guadalajara en las elecciones de 15 de junio de 1977, en la llamada legislatura constituyente, y en las elecciones de 1979. Se convirtió posteriormente en el primer presidente preautonómico de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha el 29 de noviembre de 1978, cargo que desempeñó hasta febrero de 1982. Fernández-Galiano contribuyó desde la presidencia de la preautonomía a dar los primeros pasos en el estatuto de Castilla-La Mancha como comunidad autónoma



Gonzalo Payo Subiza
Pulgar el 10 de enero de 1931,  +Toledo 13-8-2002

Gonzalo Payo Subiza, nació en la localidad toledana de Pulgar el 10 de enero de 1931, era Licenciado en Matemáticas por la Universidad de Zaragoza (1958), y Doctor Ingeniero Geógrafo desde 1964 y fue el segundo presidente regional en la época preautonómica en sustitución del senador Antonio Fernández Galiano, en 1982.
En 1964 fue nombrado director del Observatorio Geofísico Central de Toledo, con motivo de sus trabajos de investigación, especialmente en la rama de Sismología y Física del interior de la tierra.
Comenzó en la vida política en 1977, se presentó a las elecciones generales celebradas el 15 de junio de dicho año y resultó elegido diputado de la Unión de Centro Democrático (UCD) por Toledo.
Perteneció a las Comisiones del Trasvase Tajo-Segura, de Minusválidos, de Presidencia y fue Presidente de la Comisión de Educación del Congreso.
Tras las elecciones municipales de 1979 fue concejal del Ayuntamiento de Toledo y posteriormente, presidente de la Diputación Provincial y Consejero Ejecutivo de la Región Castellano-Manchega.
Como miembro de UCD, en septiembre de 1979 ocupó la Presidencia del Partido Provincial en Toledo, mientras que en enero fue designado candidato a la presidencia de la Junta de Comunidades y finalmente, el 1 de febrero de 1982 resultó elegido presidente de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha con 32 votos de los 35 emitidos, en sustitución del senador Antonio Fernández Galiano.
Gonzalo Payo se mantuvo en este cargo hasta finales de 1982, en que dimitió para reintegrarse como Ingeniero Jefe del Observatorio Geofísico de Toledo.
Se reincorporó a la vida política en las elecciones autonómicas de 1995 cuando concurrió por las listas del Partido Popular, siendo elegido diputado regional. En esa legislatura ejerció como portavoz del Grupo Parlamentario Popular y en 1998 dio la réplica al presidente José Bono en el primer Debate sobre el Estado de la región que se celebró en Castilla-La Mancha.
Volvió a presentarse por el PP a las elecciones autonómicas de 1999 renovando su escaño en el Parlamento regional y, en reconocimiento a su dedicación y trayectoria política recibió, este año, la Medalla de Oro de Castilla-La Mancha, que le fue concedida por el propio José Bono.
En su prolija vida, Gonzalo Payo publicó mas de sesenta trabajos de investigación, presentados en numerosos Congresos nacionales e internacionales, además de tres libros de poesía, "Ensueños" (1952), "Debajo de silencio" (1978) y "Poemas de amor y muerte".
En 1984 escribió una novela que quedó finalista del premio Ateneo de Sevilla y en 1987, su segunda novela "La escala de Ritcher" fue finalista del Premio Planeta.
Era miembro de La Asociación Nacional de Ingeniería Sísmica, de La Comisión Nacional de Geodesía y Geofísica, La American Geophysical Union (USA), La Royal Astronomical Society (Reino Unido), y La Seismological American Society (USA).

Jesús Fuentes Lázaro
(Toledo, 23 de mayo de 1946)


Fue presidente de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha preautonómica desde diciembre de 1982 hasta mayo de 1983. Historiador y periodista, Fuentes es un histórico militante del PSOE en la provincia de Toledo.

Diputado durante las I, II y III Legislaturas, además de senador durante la IV, en todos los casos por la provincia de Toledo. Jesús Fuentes fue nombrado presidente de la Junta el 22 de diciembre de 1982. Tras ser elegido candidato a la presidencia de la Junta en las primeras elecciones autonómicas de Castilla-La Mancha, la dirección federal del partido impuso a José Bono, en aquel momento diputado en el Congreso de los Diputados y bien relacionado con el aparato del partido, encabezado por Alfonso Guerra.

Fue concejal del Ayuntamiento de Toledo desde 1987 a 1991, habiendo sido el portavoz del Grupo Municipal Socialista. En el mismo periodo ejerció la portavocía de los socialistas en la Diputación Provincial de Toledo, de la que era diputado. Jesús Fuentes ocupó el puesto de secretario general del PSOE provincial de Toledo desde el año 1981 hasta el 1987, fecha en la que una comisión gestora se encargó de la dirección del partido ante la dimisión de Fuentes.


Notas:
1.- Publicado en II Congreso internacional Historia de la Transición en España. ISBN 84-689-4209-X
2.- Esta comunicación se enmarca dentro de un proyecto de investigación más amplio en relación al proceso de cambio político en Castilla-La Mancha, cuyo resultado más destacable ha sido la redacción de la Tesis Doctoral, La transición democrática en Castilla-La Mancha (1976-1983). Proceso autonómico y construcción regional; co-dirigida por los profesores Pedro Oliver Olmo y Juan Sisinio Pérez Garzón, y defendida con éxito por el comunicante el pasado mes de septiembre en la Facultad de Letras de la UCLM.
3.- Eduardo, GARCÍA DE ENTERRÍA, Estudios sobre Autonomías territoriales. Madrid, Civitas, 1985, p. 23.
4.- Rodolfo, MARTÍN VILLA, Al servicio del Estado. Barcelona, Planeta, 1984, p. 174.
5.- Juan FERRANDO BADÍA, J.: "Teoría y realidad del Estado Autonómico", en Revista de política Comparada, № 3,1980-1981, p. 39
6.- Francisco TOMAS Y VALIENTE, "La primera fase de construcción del Estado de las Autonomías (1978-1983)", en Revista vasca de administración pública, № 36,1993, p. 52.
7.- Juan Pablo FUSI, "El desarrollo autonómico", en Javier TUSELL, y Alvaro SOTO (Dirs.): Historia de la transición y consolidación democrática en España (1975-1986), Madrid, Alianza, 1996, p. 447.
8.- Artículo Io de la CE.
9.- El Banzo, Cuenca, № 8,1976, p. 12.
10.-ídem.
11.-Lanza, Ciudad Real 25-4-76, p. 3.
12.- Asistieron por la provincia de Cuenca: Constantino Palomino de Lucas, Juan Alonso-Villalobos Merino, Francisco Moreno Arenas, Ignacio Basanta Moral y Emilio Sánchez Pintado. Por la provincia de Albacete: Daniel Silvestre Moróte. Por la provincia de Ciudad Real: Fernando de Juan y Díaz de Lope-Díaz, Luis Álvarez Molina, Francisco Bernalte Bernardo, Luis Martínez Gutiérrez, José Poveda Murcia y Aníbal Arenas Díaz-Hellín. Por la provincia de Guadalajara: Francisco López de Lucas, Antonio Lozano Viñés. Por la provincia de Toledo: José Finat de Bustos, Antonio Hesse López, José María Fernández de la Vega y Sedaño, y Rafael del Águila Goicoechea.
13.- La Verdad, Albacete, 27-4-76, p. 6.
14.- El Banzo, Cuenca, №8,1976, p. 14.
15.- Lanza, Ciudad Real, 27-4-76, p. 16.
16.-El Banzo, Cuenca, № 8,1976, p. 12.
17.- ídem, p. 15.
18.-La Verdad, Albacete, 28-4-76, p. 3.
19.-ídem 28-76, p. 12.
20.-La indefinición sobre el tema llevó a algunos, incluso, a plantear la posibilidad de una unión con Extremadura. La Verdad, Albacete, 28-4-76, p. 3, El Banzo, Cuenca, № 8, 1976, p. 14.
21.-El Banzo, Cuenca, № 8,1976, p. 13.
22.-Lanza, Ciudad Real, 27-4-76, p. 16.
23.-El Banzo, Cuenca, № 8,1976, p. 9.
24.-Flores y Abejas, Guadalajara, 27-4-76, p. 1.
25.-Nueva Alcarria, Guadalajara, 1-5-76, p. 7.
26.- Pueblo, Madrid, 27-4-1976, p. 5
27.- Declaración de Mota del Cuervo: Archivo Excma. Diputación Ciudad Real, Correspondencia, Sg. 3934. La "Declaración" a la que pertenecen la siguiente citas textuales, puede consultarse en su integridad igualmente en Isidro, SÁNCHEZ SÁNCHEZ, Castilla-La Mancha Contemporánea (1800-1975). Madrid, Celeste p. 37.
28.- Mariano, GONZÁLEZ CLAVERO, El proceso autonómico de Castilla y León. Valladolid, Fundación Villalar, Vol. I, p 78.
29.- Francisco, TOMÁS Y VALIENTE, op. cit., p. 52.
30.- Sobre la vuelta de los privilegios económicos en estados dos provincias: Eduardo, ALONSO OLEA, "El largo camino para la recuperación del concierto económico de Vizcaya y Guipúzcoa", en Javier, TUSELL, y Alvaro, SOTO, Congreso Internacional de la transición y consolidación democrática en España (1975-1986), Madrid, UNED-UAM, 1996, Vol. I, pp. 377-406.
31.-Lanza, Ciudad Real 27-4-76, p. 16.
32.-La Verdad, Albacete, 28-4-76, p. 3.
33.- Lanza, Ciudad Real, 9-9-76, p. 16.
34.- La efímera vigencia y repercusión del frustrado intento que fue la Región Centro provocó que muy poco haya sido lo que se ha escrito sobre el particular. Por destacar algo podría citarse a Manuel, VALENZUELA RUBIO, "La descongestión industrial de Madrid. ¿Un paso hacia la región Centro?", en Anales del Instituto de Estudios Madrileños, № 13, 1976, pp. 183-204.
35.- Diario de Cuenca, Cuenca, 19-3-77, p 7.
36.- ídem.
37.- La Voz de Talavera, Talavera de la Reina, 22-9-76, p. 3.
38.- Isidro, SÁNCHEZ SÁNCHEZ, Castilla-La Mancha... op. cit., p. 36.
39.-Mariano, GONZÁLEZ CLAVERO, El proceso autonómico de Castilla y León, op. cit., Vol. I, p. 90.
40.- Lanza, Ciudad Real, 3-9-76, p. 16.
41.- La Verdad, Albacete, 29-10-76, p. 5.
42.- idem,3-ll-76, p. 3
43.- Lanza, Ciudad Real, 3-9-76, p. 16.
44.-ídem, 11-9-76, p. 16.
45.- ídem.

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