jueves

Don LUCAS AGUIRRE y JUÁREZ

D. Lucas Aguirre y Juárez
El 18 de octubre de 1800 nació en Cuenca Lucas Aguirre y Juárez. Estrenó siglo y los vaivenes políticos e ideológicos del complejo XIX español le acompañaron durante toda su vida e influyeron en él y en su familia.

Su padre, D. Andrés, había nacido en Siones, pequeña aldea de Burgos pero se estableció en nuestra ciudad en la calle Correduría nº 45 (ahora Alfonso VIII) instalando un negocio de ferretería. Casó con la joven conquense Dª Inés y de este matrimonio nacieron sus hijos: Saturnina, Eustaquia Miguel, Victorio y Lucas.

Los Aguirre tenían fama de laboriosos y compenetrados, sacaron adelante su negocio y lo ampliaron a otros como la fabricación y comercialización de tejidos, adquieren el servicio de diligencias y correos entre Madrid y Cuenca y poco a poco van adquiriendo casas, tierras, molinos y huertas en la parte baja de la ciudad, tanto por el esfuerzo común de la familia como por la facilidad de compra creada por la desamortización de Mendizábal.
Las “Escuelas Aguirre” (Madrid) fueron
donadas  por vía testamentaria por
D. Lucas Aguirre y Juárez,
con destino a la escolarización y
enseñanza de niños con pocos recursos

En 1859, ya casi sexagenario, Lucas Aguirre quedó solo. Había visto deshacerse su familia. Los lugares de su entorno se le hacían insoportables, todo le traía recuerdos tristes. Por ello dejó Cuenca y se trasladó a Madrid.

Madrid debió ser para D. Lucas, una ciudad entrañable, digna de recibir parte de su herencia, y así lo hizo. El magnífico edificio mudejar de la calle Alcalá se construyó con su dinero, y las ayudas que el Ayuntamiento madrileño daba anualmente a los escritores pobres y a sus familias, fueron también dinero de Aguirre.

Madrid le brindó la ocasión de luchar por las ideas que habían sido siempre la razón de su vida. Y él fue generoso con la ciudad, se supo rodear de amigos progresistas y liberales y, desde su postura de terrateniente y adinerado, colaboró con la España de las luces de la razón y de la libertad.

Asistía a las reuniones de la “Asociación para la enseñanza popular” y no es difícil imaginarlo en el Ateneo o en las múltiples Sociedades de progreso que había en Madrid escuchando a sus amigos: Fernando de Castro en la “Sociedad abolicionista de la esclavitud” o a Ruiz de Quevedo en la “Asociación para la enseñanza de la mujer”.

La estancia en Cuenca de Lucas Aguirre estuvo marcada por un indudable signo liberal. Perteneció por entero al siglo XIX español, lleno de contradicciones, inquietudes y luchas por la libertad.

Su lucha contra cualquier forma de absolutismo le valió a D. Lucas, a los 37 años, el título de “Benemérito de la Patria”. Empuñó las armas frente a los carlistas, fue encarcelado y conoció las venganzas provincianas de los reaccionarios.

Cuando en 1859 Lucas Aguirre se instala definitivamente en Madrid encuentra en la capital un rico panorama intelectual, entra en contacto con el Krausismo que sería su marco referencial de pensamiento.

Las ideas que defendía el Krausismo eran, entre otras: amor apasionado a la verdad, fraternidad universal, búsqueda continua del conocimiento científico, defensa de un nuevo orden del universo (racionalismo armónico) y de una nueva visión del hombre como centro.

Portada de Ilustración Española y
 Americana
15 de diciembre de 1886
 Cuando en 1868 triunfó la revolución de septiembre llamada “La Gloriosa”, Fernando de Castro llega al rectorado y crea la “Asociación para la enseñanza popular” de la cual Lucas Aguirre es vocal y colabora expresamente en el movimiento de elevación cultural de las clases más desheredadas.

De ahí que pasados pocos años, a la hora de redactar su Testamento dejara casi toda su herencia para construir sus tres escuelas para la “instrucción de los pobres de ambos sexos”.

Cuando Lucas Aguirre concibió la fundación de sus escuelas: Siones en Burgos, Madrid y Cuenca, en Europa coexistían una serie de corrientes pedagógicas que sin duda influyeron en la concepción de su pedagogía.

La primera característica del pensamiento pedagógico de Lucas Aguirre, a juicio de Dª Mª Teresa Marín, es su opción por los pobres, por la educación popular, influencia del grupo de F. de Castro y de toda la corriente pestalozziana europea. Por ello, deseó que en sus escuelas se educara a los pobres, a los desheredados universales. Estaba luchando por la Escuela Popular desde los planteamientos más modernos y progresistas. Así, en su Testamento deja escrito “la instrucción del pueblo es el único medio de evitar los desastres de que están amenazadas las sociedades”………. “han de combatirse las –tinieblas de la ignorancia- que tienen aprisionada la inteligencia de los pobres. Para ello nada mejor que la escuela donde aprenderán los más necesitados a liberarse de la ignorancia”.

Lucas Aguirre perteneció al movimiento pedagógico progresista en cuanto al derecho de la mujer a recibir educación, iniciado por el krausismo y continuado por la institución Libre de Enseñanza y que, a su vez, enlaza con los movimientos pedagógicos europeos. Por tanto el segundo rasgo de la pedagogía de Aguirre fue su claro apoyo a la educación de la mujer. Así escribía: “El día que la mujer reciba la educación que su inteligencia merece, con arreglo a su posición y ocupe en la sociedad el puesto a que tiene derecho, como madre y como primera maestra de sus hijos, en ese día el género humano se verá libre de la vergonzosa tutela en la que hoy está, y los zánganos que se regalan con la rica miel de sus afanes, habrán desaparecido”.

La importancia de la mujer es tal, dejó escrito, que las naciones más ricas son las más instruidas y las más instruidas aquellas en que la educación de la mujer está más extendida y perfeccionada”.

La fe en la educación, el derecho de todos a recibirla –incluida la mujer-, la convicción de que sólo por la educación se hacen grandes los pueblos, la instrucción como elemento igualitario para conseguir una sociedad más justa y más igual, fueron algunas de las convicciones de Lucas Aguirre. No obstante, consciente de la realidad social y fiel a las doctrinas pedagógicas del naturalismo y del idealismo kruasista, Lucas Aguirre perfiló la pedagogía de sus Escuelas como centros de enseñanza útil, donde las niñas aprendían a hilar y se comprara a los alumnos herramientas para aprender un oficio. Así pues, concibió sus centros como talleres donde se preparaba para la vida, no como lugares de aprendizaje formalistas y verbalistas.

Optó por una pedagogía donde no hubiera represión ni autoritarismo, los castigos serían desterrados en sus Escuelas y se sustituirían por el amor como medio educativo: “…….los señores Maestros y Maestras –dejo escrito- que se valgan de medios suaves para instrucción, de modo que sean apreciados y no temidos por sus discípulos. En la Escuela no se castigará; si hubiera alguna discípula de genio díscolo, la Maestra empleará los medios que dicta la prudencia para corregirla, pero nunca con castigos ni represión”.


Imagen de la inauguración oficial
30 de noviembre de 1886
"Escuelas Aguirre", Cuenca

Si Lucas Aguirre optó por una pedagogía progresista, tolerante, liberal y filantrópica, la organización y práctica pedagógica de sus Escuelas estuvo siempre en función de ese pensamiento. De ahí los talleres, los recursos didácticos que se emplearon en ellas, el privilegio que concedió a los más desheredados de la fortuna y la institución de becas a niños y niñas que se hubieran distinguido por su inteligencia y aprovechamiento.

De todos los elementos organizativos, es de resaltar, por su novedad y progresismo, la participación democrática que deseó para sus Escuelas, adelantándose en muchos años a lo que la moderna pedagogía aconsejaría respecto a ala presencia activa que deben tener todos los elementos que intervienen en el proceso educativo.

Un rasgo casi profético de la organización de las Escuelas Aguirre, fue la necesidad que sintió el fundador de ellas de que los usuarios participaran en el gobierno y organización de las mismas. Esta modernísima forma de concebir los centros educativos, sitúa a Lucas Aguirre en la avanzadilla de la reforma pedagógica del siglo XX español.

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